El verano es una de las estaciones que mejores recuerdos puede traer para muchas personas, ya que el clima y la temperatura llegan a su máximo, así como el hecho de ser una época para las vacaciones y disfrutar de los espacios al aire libre, de las maravillas naturales y en donde todo toma otro color, ya que los días son más largos y se viven de otra manera.

Tras una primavera que trajo las primeras lluvias y el resplandecer de la naturaleza en el hemisferio norte, el verano entra de manera oficial con el solsticio el viernes 21 de junio del 2019, concretamente a las 17.54 hora española (15.54 hora GMT). A partir de este momento, la vida en esta zona del planeta comenzará a tener otra luminosidad.

EL FENÓMENO DEL SOLSTICIO

A nivel astronómico, la llegada del verano se relaciona con el solsticio, que en el caso del hemisferio norte suele situarse entre el 21 y el 22 de junio. La estación suele tener una duración media de 3 meses, tiempo en el cual se presentarán los días con mayor duración del año para comenzar a perder luz solar en las temporadas posteriores.

Por lo tanto, durante el solsticio de junio el Sol se aleja, pareciendo que sube muy alto y por lo mismo tarda más en ocultarse, pero las noches también se acortan. Esto debido a que es la época en que el ecuador se halla más lejos del sol, provocando justo al comienzo de esta estación el día más largo y la noche más corta de todo el calendario.

Astronómicamente hablando, durante el solsticio de verano boreal, es decir en el hemisferio norte, el Sol alcanza su máxima declinación norte y máxima declinación sur con respecto al ecuador terrestre. El término solsticio proviene del latín solstitium (sol sistere), Sol quieto, ya que durante varios días la altura del sol al mediodía prácticamente no cambia.

Inicio del verano astronómico

Durante el solsticio y visto desde la Tierra, el Sol aparecerá más al norte que nunca con respecto a las estrellas y justo al mediodía, los habitantes del Trópico de Cáncer, situado a 23,5 grados al norte del Ecuador, lo verán pasar exactamente a 90 grados por encima de su cabeza.

El solsticio marca el inicio del verano astronómico, pero la fecha y la hora cambian de un año a otro. El motivo es que el periodo orbital de la tierra no es exacto, ya que tarda 365,2425 días en dar una vuelta completa alrededor del Sol y esto se compensa cada cuatro años con la introducción de los años bisiestos.

EL CAMBIO EN EL AMBIENTE

Dadas las condiciones que genera, con un aumento de la temperatura y mayor luz solar, se trata de una estación vinculada con la cosecha principalmente de diversas plantas medicinales, porque se ha comprobado que su poder curativo se multiplica considerablemente. Pero también con el periodo vacacional, ya que en muchas regiones del hemisferio norte, se le relaciona necesariamente con la playa, el mar y el aire tropical, ya que es la temporada ideal para disfrutar de las bondades del sol.

El verano también es la estación caracterizada por la mayor intensidad del calor y de radiación solar, por lo que también se producen las sequías más agobiantes del año. Pero esto no excluye la llegada en otras zonas de las tormentas veraniegas, que son a menudo intensas especialmente en las regiones húmedas del hemisferio norte del planeta.

LA MITOLOGÍA VERANIEGA

En el imaginario occidental, el verano se asocia con la luminosidad, con la vendimia, la abundancia y con la adultez del ser humano. Las civilizaciones antiguas solían rendir culto a sus dioses solares durante el solsticio, ya que éstos solían ser las principales figuras mitológicas de su cosmovisión y la mayoría de ellas estaban relacionadas con el astro rey.

De esta manera, las interpretaciones mitológicas coindicen en que en el solsticio de verano, el sol está en su máximo esplendor, es más alto, luminoso y fuerte. Por lo tanto, la tierra era a su vez, más fértil y la abundante energía solar influenciaba de manera positiva a las personas, las cosechas y el bienestar en general.