La villa segoviana de Cuéllar celebró ayer el quinto y último encierro de sus fiestas patronales, modélico en su desarrollo y que puso el broche a una serie en la que no se han registrado heridos ni incidentes de gravedad. Los toros de la ganadería de Aguadulce protagonizaron un encierro “excelente, sin incidentes y con un comportamiento muy bueno por parte de la manada, siempre agrupada”, según explicó el alcalde, Jesús García.

Los seis astados salieron de los corrales y agrupados en todo momento fueron conducido por una veintena de caballistas. El tropel cruzó el paso de las máquinas, donde se incorporaron 300 jinetes para guiar a los astados hasta la parte alta del embudo y, finalmente, la manada recorrió el tramo urbano, provocando las carreras de los mozos. H