El primer día de prórroga de la Cumbre del Clima de Madrid ha empezado este sábado como terminó de madrugada. Los principales bloques de países enfrentados siguen sin acercar posiciones. Las negociaciones mantenidas durante toda la noche no han dado fruto alguno. Un nuevo borrador de la declaración final que intentaba satisfacer tanto a los partidarios de ampliar la reducción de emisiones, con la Unión Europea a la cabeza, como a los que intentan frenarla pidiendo a cambio una mayor financiación, ha cosechado durísimas críticas tanto de unos como de otros en el primer plenario de la mañana.

El criticado borrador se limita a animar a los países a "aprovechar la oportunidad en 2020 a reflejar la mayor ambición posible en respuesta a la urgencia de abordar el cambio climático y con miras a lograr los objetivos a largo plazo establecidos" en el Acuerdo de París. Es decir para lograr que las temperatura no alcance los 2ºC y, si es posible, el 1,5ºC.

Una traición

Para la UE el texto es "insuficiente" y para las organizaciones ecologistas "decepcionante" e "completamente inaceptable". Adoptar esta declaración "sería una traición para todas las personas en todo el mundo que sufren los impactos climáticos y para aquellos que llaman a la acción", ha advertido Jennifer Morgan, directora de Greenpeace Internacional. Para China e India, el texto traspasa unos límites que no pueden aceptar.

Más atascado aún está el debate sobre la creación de los mercados de carbono. El último borrador difundido a pcoo después de las 9 horas ha cosechado duras críticas por contener elementos contradictorios si ni siquiera haber sido debatido aún por el pleno. Este sábado va a ser muy largo en el recinto madrileño de Ifema.

Uno de los objetivos de la cita de la capital española era atar el último fleco pendiente de las reglas que permitirán aplicar el Acuerdo de París: la creación de un sistema que permitiría a los países que no alcanzaran sus objetivos de reducción de emisiones comprar derechos a quienes les sobraran. Puede ser una buena idea si funciona como lo ha hecho en Europa, donde lleva 15 años implantado.

Doble contabilidad

El problema es que el modelo que exigen algunos países abre la puerta a la existencia de una doble contabilidad. Es decir que una reducción de emisiones la contara un país para cumplir con los objetivos marcados y sirviera también a otro para incumplirlos. Brasil y Australia, con dos líderes negacionistas a su frente, encabezan a los defensores de este sistema.

Otra trampa de los borradores corresponde a la exigencia de algunos países, entre los que también está Brasil y además India y China, de que todos los certificados de reducción de emisiones generados a partir del protocolo de Kioto y antes del Acuerdo de París se pudieran transferir a la nueva etapa.

Líneas rojas

No era ningún secreto que para la Unión Europea las dos cuestiones eran dos líneas rojas que no se podrían traspasar. También exigía un sistema de gobernanza que evitara un desplome de los precios del carbono "Antes que aceptar un mal acuerdo que significara un paso atrás en la lucha contra el cambio climático, sería mejor dejarlo pendiente para la siguiente cumbre. Tampoco es imprescindible para que el Acuerdo de París se ponga en marcha", había repetido varias veces la ministra para la Transición Ecológica española, Teresa Ribera.

Los más beligerantes en contra de una regulación laxa de los mercados de carbono se han integrado en un grupo liderado por Costa Rica que a medianoche emitió un comunicado dejando claro que no aceptarán cualquier cosa que impida un aumento de la ambición climética.

El mercado de carbono era desde el inicio el principal candidato a quedar para la siguiente cumbre y esta previsión parece confirmarse. Brasil, Australia, India y China no han cedido ni un ápice en sus exigencias y todo parece abocado si acaso a un acuerdo de mínimos que sería en realidad no sería más que una patada a seguir. "No descartamos que se acuerden unos principios generales que se concretarían en la cumbre de Glasgow del año próximo", apuntó por la tarde el jefe de la negociación de la presidencia chilena de la cumbre, Andrés Landerreche.