Ryan Reynolds tenía razón. El actor llevaba más de una década tratando de convencer a Hollywood del potencial cinematográfico de Deadpool, un personaje de culto del universo Marvel. Le dejaron interpretarlo en la precuela de ‘X-Men’ sobre Lobezno y sus días en el Equipo X (‘X-Men orígenes: Lobezno’, del 2009), pero aparecía en unas pocas escenas y salía casi por la puerta de atrás. Una película propia del personaje parecía algo lejano, si no utópico.

Reynolds no se quitó la idea de la mente mientras Hollywood trataba de convertirlo en estrella con otras pelis de superhéroes (desastrosa‘Linterna Verde’, de la que se hace sorna en ‘Deadpool’), comedias de brocha obesa (‘El cambiazo’), 'thrillers' oscuros (‘El invitado’), animación poco distinguida (‘Turbo’) y errores indescriptibles (‘R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal’). Después de'Buried’, la carrera del apolíneo canadiense parecía una espiral sin fin de proyectos calamitosos o cerca de serlo.

En el 2010 ya había una primera versión del guión, escrita por los autores de ‘Bienvenidos a Zombieland’. Un año después, entró el coordinador de efectos visuales Tim Miller como director debutante. Y al año siguiente, se creó un metraje de prueba con el sistema ‘motion capture’, pero Fox prefirió concentrar sus recursos en ‘X-Men: Primera generación’ y ‘Lobezno inmortal’.

'Flash-forward' al 2014, cuando, un día después del cierre de la convención Comic-Con de San Diego (California), el metraje de prueba realizado dos años atrás se filtra misteriosamente en Internet. Y rompe Internet. Fans de los superhéroes y nerds alrededor del mundo jalean el proyecto no consumado. Solo unos meses después, empieza la producción.

Hoy, a principios de 2016, 'Deadpool' no es un segundón repudiado sino la gran esperanza en mallas de la industria. Su película se ha convertido en el fenómeno casi sorpresa de la temporada: en el fin de semana largo de su estreno en EEUU, la semana pasada, hizo 136 millones de euros. Bate unos cuantos récords: mejor estreno de febrero, mejor estreno de una película clasificada 'R' (los menores de edad han de verla acompañados de un adulto), mejor estreno de invierno… ¿Y qué ha pasado en España, dicen? Ha hecho el mejor viernes del año, con 1,1 millón de euros de recaudación.

UN PERSONAJE FUERA DE LA NORMA

Nada mal para un personaje que poco o nada tiene que ver con el superhéroe clásico y masivo. Deadpool no está del todo en sus cabales, es violento hasta lo malsano y cuenta como mayor superpoder con una lengua que no para (también se cura rápido y sabe de espadas y balas). Cuando no está haciendo comentarios homoeróticos impropios del rígido universo superheroico en que se mueve, lanza bromas referenciales sobre dicho universo o la cultura pop en general. No al aire, sino al lector y, ahora, también espectador, rompiendo la llamada 'cuarta pared' con tanta asiduidad como el presidente Underwood de ‘House of cards’.

Pero es precisamente este carácter transgresor el que ha convertido ‘Deadpool’ en sorpresa de la taquilla. Los medio inadaptados (con orgullo) del mundo reconocen en el personaje a un igual y el público en general valora la parodia de un género caído en la repetición más abrumadora. Los créditos iniciales son una inspirada reacción a todas estas fantasías de mallas y antifaces creadas en una infinita cadena de montaje: en lugar de los nombres de los actores, aparecen “un pibón”, “un villano británico”, “un personaje creado por CGI” o “un cameo absurdo”.

Deadpool se dirige al espectador, rompiendo la 'cuarta pared' con tanta asiduidad como el presidente Underwood de ‘House of cards'

Analizando los pros y contras de ser un héroe, Deadpool habla del principal problema con estos personajes: “Son todos unos rancios lameculos”. Él no quiere rendir cuentas con profes. El dibujante-guionista Rob Liefeld y el guionista Fabian Nicieza lo presentaron en el número 98 de ‘Los Nuevos Mutantes’ (febrero del 91) como un personaje irreverente, descreído y pasota, que parecía lidiar a base de humor y violencia con su desgraciado pasado: Wade Wilson era un mercenario al que diagnosticaron un cáncer terminal y que accedió a formar parte del programa experimental Arma X para tratar de salvarse, pero además de curado y con poderes volvió desfigurado.

En su paso por el mundo del cómic, la creación de Liefeld y Nicieza ha pasado por un puñado de etapas: arrancó con mucho éxito a principios de los 90, luego cayó en decadencia, junto a una Marvel declarada en bancarrota en 1996, para convertirse a finales de década en personaje de culto gracias a la labor de Joe Kelly y, después, Christopher Priest, quien se cargó del todo la cuarta pared. Pero su popularidad despegó realmente con la serie mensual escrita por Daniel Way desde el 2008, con un Deadpool en apariencia esquizofrénico y una lengua más rápida que nunca.

Sin saberse muy bien cómo, había renacido una estrella, cuyo brillo, por otro lado, resulta todavía más cegador desde que es prota de su propia peli. No saldrá pronto de las pantallas: ‘Deadpool 2’ está en marcha.