En cualquier situación vital y con cualquier persona, existe la probabilidad de que cometamos errores de menor o mayor importancia. Los errores que suponen las infidelidades complican la posibilidad de que el daño se pueda reparar, ya que no hay marcha atrás, o de que llegue a haber un verdadero perdón. De hecho, cuando hay una traición de este tipo, las opiniones se polarizan, desde el 'a mí no me gustaría enterarme' hasta el 'yo prefiero que me lo cuenten'. Los consejos que dan los amigos en este caso se reparten en los dos extremos. Algunas personas te dirían que es mejor contarlo y otras que, si crees que no va a volver a ocurrir, qué necesidad existe de hacer daño al otro.

Una vez que ha ocurrido, ya no hay marcha atrás. Una vez identificado el motivo de haberlo hecho y las consecuencias que eso supone para ti mismo, debes tomar la decisión de qué hacer con esa información. Dependiendo de cómo haya sido o del grado de relación que exista, habrá que decidir si contarlo o no.

HABLAR O CALLAR

Las infidelidades tienen su origen, en algunos casos, en la estabilidad y la monotonía que a veces se alcanza con el paso de los meses o años. Esto nos empuja a romper con la rutina, aunque no sea de la mejor forma posible, y buscar aventuras fuera de la relación. Lo hacemos de forma deliberada o en el transcurso de una noche de fiesta. Una vez hecho esto, lo que sentimos es culpa, remordimiento, rabia y tristeza. Vemos que no ha llegado a merecer la pena y que nos estamos jugando no solo el hacer daño al otro sino el romper todo lo que habíamos construido en pareja.

Ante todo, contar una infidelidad no es fácil. Nos arriesgamos a que el otro no nos perdone y acabe con la relación. De hecho, la decisión acaba siendo por completo de la pareja, que es quien decide qué va a pasar a partir de ahora. Teniendo en cuenta que debemos tomar una decisión, los siguientes puntos te ayudarán a saber si debes contarlo o no:

1. El tipo de relación

En los casos en los que nos encontremos en un tipo de relación donde todo se dé por hecho, se lleve poco tiempo y nunca se haya hablado de los límites o los acuerdos, contarlo será innecesario. Debemos tener en cuenta que tal vez no haya aún un compromiso claro y que lo único que consigamos sea romper lo que no ha empezado.

Esto también debe hacernos reflexionar si de verdad queremos empezar algo con esa persona. La infidelidad puede ser una señal clara.

2. Lo busqué

El grado de intención en lo que hacemos marca mucho a la hora de decidir si lo contamos o no. Cuando hemos cometido un desliz de una noche la situación es muy diferente a cuando nos hemos descargado una aplicación, hemos hablado con diferentes personas y, finalmente, hemos tenido un encuentro.

En los casos en los que se ha buscado, es especialmente importante contarlo, ya que puede estar señalando problemas en la pareja o en nosotros mismos. El otro debe conocer los hechos y ayudarnos a tomar la decisión de continuar y abandonar.

3. ¿Por qué lo cuento?

Si lo cuento por desahogarme, actuamos desde el egoísmo, donde nos quitamos la mochila de la culpa y se la colocamos a la otra persona. Descargar no es compartir ni es apoyarse, es usar al otro para que regule nuestras emociones. La responsabilidad es nuestra y somos nosotros mismos los que debemos solucionarlo.

Las infidelidades nos muestran señales claras de en qué punto respecto a la relación o respecto a nosotros mismos nos encontramos. No señalan si hay una buena gestión, si las bases de confianza están asentadas o si, por ejemplo, tenemos un problema con la independencia y el compromiso. Antes de decidir si lo contamos o no, debemos evaluar los motivos y las repercusiones y, solo entonces, estaremos preparados para tomar una decisión.

* Ángel Rull, psicólogo.