Más de 300 policías de Inglaterra y Gales han sido acusados de utilizar su posición para cometer abusos sexuales, según un informe oficial divulgado ayer. Se trata del «caso de corrupción más grave al que se enfrenta el servicio», una «enfermedad cuyas raíces necesitan ser extirpadas y de la que las futuras fuerzas deben quedar limpias». Entre las víctimas de los agentes hay detenidos, pero también denunciantes de agresiones de violencia doméstica, adictos a las drogas y el alcohol y trabajadoras del sexo. B. ARCE.