Que jugar con las cosas de comer no lleva a nada bueno se aprende desde parvulario. No obstante, los políticos españoles llevan casi una década jugando con el sustento principal de la economía del futuro: la ciencia y la innovación. Ahora empiezan a verse las consecuencias.

Los recortes a la investigación empezaron en el 2009. La calidad de la ciencia aguantó, pero desde el 2013, los artículos científicos de mayor impacto han perdido peso vertiginosamente en la producción española. A la vez, las patentes nacionales de origen español se han reducido del orden del 60% entre el 2008 y el 2014.

Así lo destaca el Informe sobre la Ciencia y la Tecnología en España que presenta hoy la Fundación Alternativas y en el que representantes de la ciencia españoles han hecho un balance de las últimas décadas de investigación.

Los resultados no extrañan a los investigadores. «Superé la crisis a base de ahorrar. Eso implicó no poder lanzarme a ideas científicas arriesgadas en cinco años», explica Jordi Soriano, físico.

Soriano estudia neuronas de ratas y humanos para entender enfermedades como el alzhéimer o el mal de Huntington. «Usamos una cámara de alta velocidad para medir la actividad de las neuronas. No nos atrevemos a comprar una más rápida porque sería un riesgo y no tendríamos dinero para nada más», explica.

Jordi Soriano estuvo a punto de quedarse sin trabajo a los pocos meses de publicar un artículo enla revista Nature Physics. En el último minuto ganó una plaza en la universidad, pero no sin costes. «Tenía un sueldo más bajo que el de posdoctoral en Alemania», explica. «Grupos de investigación de fuera me cedieron instalaciones y equipo a coste cero para experimentos que no podía permitirme», relata este físico.

SIN FONDOS // Cristina Muñoz Pinedo, bióloga, tuvo que entregar directamente una de sus investigaciones a un grupo irlandés, que ahora está a punto de publicar los resultados. Muñoz estudia qué les pasa a las células cuando les faltan nutrientes y oxígeno, por ejemplo, en la isquemia. «Teníamos un proyecto muy prometedor, pero cuando se acabó la ayuda no hubo fondos para reemplazarla y pasé el proyecto al grupo irlandés», explica.

«En el 2013 tenía un grupo de seis personas: en el 2017, de una», relata. Muñoz fue consiguiendo fondos del Plan Nacional de Investigación año tras año, pero las convocatorias de becas para fichar a colaboradores fueron cada vez más escasas. Su centro, sumido en un agujero financiero, no pudo suplirlo. «Se notan los departamentos vacíos. Han muerto muchos grupos pequeños. Ahora estoy en el principal congreso de metabolismo de cáncer y la gente me dice: ‘¡Qué raro, alguien de España!’», afirma la científica.

BUSCAR DINERO EN EUROPA // Finalmente, el grupo de Muñoz va camino de la recuperación, porque la investigadora ha conseguido captar un proyecto europeo.

«En los últimos años se está contratando casi solo a gente que viene con dinero europeo: es decir, a gente que no cuesta un duro», afirma Guillem Anglada, astrofísico afincado en el Reino Unido y reconocido por la prestigiosa revista Nature como uno de los científicos del año 2016 por descubrir el planeta extrasolar más cercano a la Tierra.

Desde entonces, Anglada no ha recibido ninguna oferta de instituciones españolas. «Vamos intentándolo, como todo el mundo. Lo que está claro es que el compromiso a largo plazo (con la ciencia) es muy escaso», comenta. Anglada opina que no es cierto que el talento excelente se haya retenido. Al contrario, cree que hay una cola cada vez más larga de investigadores de talento que esperan su oportunidad.