La pulsera empieza a vibrar. Es el primer aviso. Si eso no funciona, entonces suena un irritante biiiiiiip. Y si, aun así, sigue pareciendo la cama de la bella durmiente, la pulsera le suelta a su portador zanganeante una descarga eléctrica. ¡Zas! “Incómoda, pero no tan fuerte como para doler”, puntualizan sus creativos. “Como cuando tocas el pomo de la puerta después de restregar los pies en la alfombra”, comparan. Aquí no hay botones que apretar para conseguir por-favor-por-favor-solo-10-minutitos-más. El Shock Clock está hecho a prueba de picaresca. Monitoriza los movimientos para controlar cuándo se ha saltado de la cama de verdad de la buena. Sufrimiento opcional: los amigos pueden mandar descargas añadidas.

“Estos inputs cambiarán tu comportamiento”, promete este artilugio para masoquistas de buena voluntad en Indiegogo, donde lleva recaudados más de 280.000 euros. “Después de unos días, tu cerebro reconocerá que la vibración significa que un calambrazo está en camino. Y te terminarás despertando solo con la vibración”.

Es un invento marca Pavlok, 'startup' con base en Boston que fundóManeesh Sethi. Este emprendedor-blogger se hizo famoso en internet hace cuatro años al contratar a una mujer para que le abofeteara cada vez que abría Facebook de manera mecánica (su conclusión: “Cuadruplicó mi productividad”).

El Shock Clock cuesta unos 115 € (con posibles descuentos). El invento tiene un “hermano mayor” aún más torturador. Ayuda a sus portadores a dejar vicios y crear hábitos saludables a base de calambrazos. Ya se lo han ajustado a la muñeca cerca de 15.000 personas.