Esto es un sobresueldo, tal y como está la cosa… y más a fin de mes”. Manuel no oculta el rendimiento que saca a unas oficinas vacías de las que disponen en la céntrica calle Sierpes. Cuando llega la Semana Santa, todo aquel en Sevilla que tiene un balcón con vistas a las procesiones, mejor si es para el recorrido común de camino a la catedral (la denominada carrera oficial) no tiene reparos en meter a desconocidos en su casa. Eso sí, previo pago de una jugosa cantidad. El contraste es llamativo: en la ciudad que alberga el barrio más pobre de España, según datos del INE, alquilar las vistas sobre una procesión en el corazón de la ciudad puede costar tanto como el alquiler de un piso durante casi un mes y medio e incluso bastante más.

Los datos los arroja un estudio realizado por el buscador inmobiliario Nuroa.es. En cuanto empieza la cuaresma, surgen como setas los anuncios de particulares y empresas que ofrecen sus balcones, una actividad económica que suele realizarse a espaldas de Hacienda. Las cantidades son astronómicas. Alquilar un balcón para 10 personas frente a la catedral de Sevilla unas pocas horas puede llegar a costar entre 1.000 y 2.000 euros, aunque en internet los hay de hasta 3.500.

Por supuesto, hay escala de precios. No es lo mismo estar en la carrera oficial que una esquina en la que se ven de lejos las hermandades. Y tampoco es lo mismo la Madrugá del Jueves al Viernes Santo, cuando salen la Macarena, la Esperanza de Triana y el Gran Poder, las tres hermandades más conocidas de la ciudad, que el resto de la semana. Y tampoco cuesta lo mismo alquilar por días sueltos que toda la semana para disfrutar de las casi 60 hermandades de la Semana Santa de Sevilla.

Mybalcony.com, una empresa intermediaria creada hace cinco años por dos malagueños y que trabaja con distintas fiestas españolas, explica que sus clientes suelen ser grupos de amigos o empresa para atender compromisos comerciales. En cada balcón, o en cada casa, entran de 10 a 30 personas, explica José Fernández, uno de los socios de la misma.

La mayoría de los balcones ofrecen servicios complementarios, como wifi, cocina para preparar la comida propia o catering externo. Algunos incluso contratan un cortador de jamón. El alcohol suele ser habitual para hacer más llevaderas las horas de espera. H