Antonio Parisi sintió como si él mismo ardiera por dentro en dos ocasiones en febrero del año pasado. La primera fue al ver en llamas su restaurante, lo que le obligó a bajar la persiana durante semanas. La segunda, con los rescoldos ya sofocados, vino con la aparición de un puñado de críticas negativas de presuntos clientes en TripAdvisor, la web de viajes líder en la que los usuarios valoran la calidad de locales de restauración y hospedaje. La cólera de Parisi al leer los comentarios no venía tanto por la magnitud del vituperio como porque hacían referencia a días en los que el local estaba cerrado, en plena rehabilitación.

Parisi contactó con TripAdvisor, para hacerles ver el perjuicio, y la «frustración» que sentía ante la imposibilidad de identificar al autor de la crítica. La web «atendió a algunas» de sus alegaciones, pero «cuando el mal ya estaba hecho», dice. «Basta con aportar un e-mail, que puedes crear para este fin, para verter una opinión; ni una prueba fotográfica, ni una factura son necesarias», destaca el restaurador afectado.

LA LISTA // La relación de los dos sectores más implicados en estos ránkings es de amor y odio. Quien logra auparse en puestos altos de sus listas tendrá éxito de público casi garantizado, no tanto entre la población local (suele conocer más la oferta real) sino entre los millones de visitantes que al llegar a un lugar eligen hotel o restaurante en base a estas clasificaciones. Pero su funcionamiento está distorsionado, no solo porque las opiniones pueden ser falsas, sino porque hay clientes que las utilizan para coaccionar y exigir atenciones especiales y así no dar una mala crítica.

La plataforma trata de justificar su criterio. «Pueden quedar para cenar ocho amigos y que todos paguen a uno y este lo haga con tarjeta al local; no es justo que solo pueda compartir su experiencia una persona de ocho», explica Blanca Zayas, directora de comunicación de la plataforma en España. Un criterio que solivianta a buena parte del sector de la restauración, como constata Pere Chias, presidente del gremio en Barcelona. «Es la dictadura de TripAdvisor y de webs similares, que someten a los profesionales de la restauración al yugo de un sistema injusto, que se amparan en el anonimato para jugar con amenazas y coacciones. Entre una tercera parte y la mitad de nuestros socios están indignados con esta web y con otras similares», dice.