Tras la fuerza de la tempestad llegó el silencio. La fuerza la aportó el clamor popular del medio millón de personas que hace un año salieron a la calle en Barcelona a favor de los refugiados. El silencio es la nula respuesta política para paliar el drama porque los refugiados siguen llegando. La sociedad civil y algunos municipios han cogido el relevo de la innacción institucional.

El año pasado hubo un récord de solicitudes de asilo en España: 31.700, lo que ha planteado serios problemas para acceder a formalizar la petición.

La concienciación ciudadana no ha ido paralela a las acciones del Gobierno español. «Las buenas intenciones han quedado en nada», explica Judit Pastor, portavoz de la plataforma Refugiados Bienvenidos. A su juicio, «no hay una estructura bien preparada y con garantías para darles una vida digna». Sin embargo, se muestra optimista en un punto: la sensibilización de la gente ha cambiado. «Hemos llegado a ciudadanos que no estaban concienciados», reivindica la activista.

DIFÍCIL INTEGRACIÓN // La conmemoración de esta efeméride llega dos días después de que un informe de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-Icade (Madrid) concluya que el sistema de acogida español «se muestra incapaz de superar las dificultades de integración de los refugiados» en la sociedad, que se enfrentan a precariedad laboral, inseguridad económica e inestabilidad residencial.