La Xylella fastidiosa ya ha llegado a la Península. Conocida como el ébola de los olivos por la virulencia con la que ataca a estos y otros árboles y por la rapidez de su contagio, esta bacteria fue detectada hace unos días en los almendros de un campo de Guadalest, en la alicantina comarca de la Marina Baixa. El lunes se procedió a la destrucción de la plantación, una de las medidas del plan de contingencia, pero no la única. «Vamos a erradicar, no vamos a ir con tibiezas», explicó ayer Francisco Rodríguez, secretario autonómico de Agricultura de la Generalitat valenciana.

Cuando en octubre se detectó en Baleares se encendieron las alarmas, amplificadas por las imágenes de sus estragos en Italia. Pero se empezó a aceptar que su llegada a la Península era cuestión de tiempo. «Teníamos claro que aparecería porque la evolución ha sido así. De Italia a Francia, luego a las islas y ahora aquí», indica Rodríguez. Aunque no hay pruebas de cómo ha viajado esos 300 kilómetros, todo apunta a un particular puente aéreo.

«Se trata de una plantación de entre 20 y 30 años, sin movimientos ni injertos recientes, así que lo más lógico es que haya sido transportada por un insecto, pero es algo abierto», recalca. En cualquier caso, el secretario autonómico de Agricultura cree que, sin las medidas que se pusieron en marcha, habrían tardado mucho más en detectarla. «Hace dos años hicimos un plan de contingencia propio. Incrementamos sensiblemente los niveles de control, pusimos en marcha 1.400 trampas para insectos e incrementamos la formación de los técnicos y la información a los agricultores», resume.

«Hemos arrancado de raíz y triturado todo el material vegetal», explica Rodríguez, que aclara que, como la bacteria «no vive en material inerte», ya no hay peligro de contagio. Aunque los resultados de los olivos cercanos han sido negativos, los controles en la zona se multiplicarán.