El coronavirus ha llegado con cierto retraso a América Latina, pero ya es una realidad en todos sus países. El desafío es inmenso: más de 600 millones de habitantes, elevadas tasas de pobreza, baja inversión en Sanidad, gobiernos débiles y millones de personas sin acceso al agua corriente. El doctor Marcos Espinal conoce bien esos problemas. Dominicano curtido en varias pandemias, dirige el Departamento de Enfermedades Transmisibles en la Organización Panamericana de la Salud, la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud.

<b>SEmD</b>¿Hay algún factor que sugiera que el covid-19 será más débil en Latinoamérica?

—No, sería una irresponsabilidad decir algo así. En estos momentos Brasil tiene 4.300 casos; Chile, 2.400; y la República Dominicana, unos 860, por poner algunos ejemplos. Están a tiempo de agarrar el toro por los cuernos. Pero si los casos se disparan no sería un fracaso porque esta pandemia no ha respetado ni a los países más ricos.

<b>SEmD</b>La respuesta en algunos países ha sido muy lenta. Hasta hace nada, tanto López Obrador en México como Bolsonaro en Brasil minimizaban sus riesgos.

—Nosotros somos una agencia internacional de salud pública, estamos en contacto con los ministerios de Salud y les exhortamos a la preparación. Cada país es soberano y toma sus propias decisiones. Yo no puedo criticar a los jefes de Estado, pero sí me gustaría que recuerden lo que pasó con el zika y el H1N1. No pierden nada con prepararse. No es un mensaje político, se trata de salvar vidas. Toda la sociedad tiene que hacer su parte y los países nos tienen que hacer caso.

<b>SEmD</b>Muchas naciones han cerrado sus fronteras. ¿Es efectivo?

—La OMS no recomienda los cierres de fronteras porque los virus no las respetan. Hay mucha controversia al respecto y nosotros respetamos las decisiones de los países, pero la experiencia en otras epidemias demuestra que puede ser incluso contraproducente porque tiene un impacto en la economía y el comercio.

<b>SEmD</b>Gobiernos débiles, millones de personas sin acceso a agua potable. ¿Están los sistemas sanitarios del continente preparados para lo que viene?

—Están mejor preparados que hace unos años por la experiencia que tuvieron con otras epidemias, pero sigue habiendo muchos desafíos. Principalmente los problemas de agua potable y saneamiento. Nuestro mensaje a los gobiernos es que se aseguren de dotar a los hospitales y unidades de cuidados intensivos de los medios necesarios para atender a los pacientes y proteger a los profesionales sanitarios. Otro problema son las noticias falsas que circulan en internet. Hay que evitar crear pánico porque con este aumentan los errores.

<b>SEmD</b>Trump tenía intención, aunque el domingo rectificó, de reabrir el país en abril para prevenir el colapso de la economía. ¿Era una idea razonable? ¿Son efectivas las cuarentenas selectivas?

—No es malo reevaluar las medidas cada cierto tiempo, pero hay que ser muy cuidadoso con disminuir las medidas de distanciamiento porque el virus está en fase de crecimiento. EEUU tiene un sistema de salud fuerte, así como excelentes científicos. Yo escucharía su opinión. No conviene levantar medidas hasta que den resultados.

<b>SEmD</b>En algunos países hay críticas a la respuesta de las autoridades. ¿Se podrían haber hecho cosas de forma diferente para que el impacto hubiera sido menor?

—La clave está en prepararse y no subestimar un virus. Empezó en China en diciembre y es cierto que en algunos casos se ha subestimado. Singapur tomó medidas de forma inmediata y consiguió aislar los casos. Otro mensaje importante es que hay que invertir en salud. Deberíamos aprender de esta lección.

<b>SEmD</b>¿De qué modo es este virus distinto a otros?

—La rapidez con la que se transmite. Y también su predilección por las personas mayores, aunque nadie está exento. La esperanza es que pronto tengamos tratamiento y en un año y medio o así tengamos vacunas.

<b>SEmD</b>¿Cuánto va a durar?

—En China pasaron entre ocho y 12 semanas hasta que empezaron a bajar los casos. Quizás habría que mantener las medidas tres meses, aunque deben de reevaluarse cada cierto tiempo. Cada país debe adaptarlas a su realidad. Es muy difícil predecir. Y no habría que descartar que el virus vuelva el año que viene o que haya segunda oleada, como pasa ya en algunos países asiáticos.