Un espectacular viaje anual de 65.000 kilómetros, como han medido con un sensor unos ornitólogos norteamericanos y franceses, es lo que ha encaramado a la pardela sombría (Puffinus griseus) a lo más alto del trono de las aves migradoras. Ni el charrán ártico, ni la golondrina, ni el halcón de Eleanora, ni el albatros ni ninguna otra vuelan tanto en tan poco tiempo.

El estudio, que acaba de publicar la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, se inició en enero del 2005 con la colocación de unos anillos electrónicos en las patas de 33 aves de dos colonias de cría en Nueva Zelanda, de los cuales 19 fueron recuperados satisfactoriamente durante el mismo año. Aunque los sensores solo pesaban unos gramos, podían registrar la latitud en la que se encontraban las pardelas cada día y también la temperatura del agua en la que se sumergían en busca de comida.

Se sabía que las pardelas sombrías realizaban grandes migraciones, pero los resultados dejaron perplejos a los ornitólogos: los pájaros abandonaron sus hogares neozelandeses y volaron hacia sus refugios invernales del Pacífico norte, unos en Japón y Kamchatka y otros en Canadá o Alaska, pero dando un rodeo por la Antártida y el sur de Chile. Por si fuera poco, o bien en el viaje de ida o bien en el de vuelta, las pardelas atravesaron todo el océano en diagonal. Cuando regresaron a Nueva Zelanda habían recorrido 65.000 kilómetros en 200 días, con un récord de 910 en una única jornada. La ruta trazaba también una curiosa forma de ocho, atribuible presuntamente a los vientos dominantes o al llamado efecto Coriolis. Lo que no está claro es si las aves hacen todos los años el mismo recorrido.

"Se trata de la mayor migración jamás observada", subrayan los autores del estudio. La única ave que le hace la competencia es el charrán ártico, que realiza una migración similar pero circunvalando el Atlántico, lo que supone un viaje anual de 40.000 kilómetros, explica el ornitólogo Ricardo Ramos. "Una vez se capturó un ejemplar de 26 años --añade--, lo que supone que en su vida había recorrido un millón de kilómetros". La pardela sombría aún es habitual en el Pacífico, con una población de unos 20 millones de ejemplares, pero en los últimos años se ha apreciado un descenso acusado atribuible al cambio climático y la pesca excesiva, que le están privando de alimento. Conocer sus migraciones ayudará a comprender el estado de las poblaciones, sostiene uno de los autores del trabajo, Scott Shaffer, de la Universidad de California.

Entre las especie típicas de España destacan la golondrinas, pues se ha comprobado que algunos ejemplares vuelan a Escandinavia y aparecen luego en Suráfrica, así como los halcones de Eleanora, que migran hasta Madagascar, prosigue Ramos. Aunque la pardela sombría es un ave escasa en Europa, nuestras pardelas también son muy viajeras: una pardela pichoneta que fue anillada en Gales apareció 17 días más tarde en Brasil.