Un empleado tóxico es aquella persona que dentro de una empresa actúa contagiando malos hábitos, propiciando discusiones y restando la energía de todo el que esté con él. De la misma forma que nos encontramos personas así en nuestra familia o en nuestro círculo social, también pueden aparecer dentro de tu empresa y ser uno o varios de los empleados. Su conducta, aunque no siempre haya intencionalidad, impacta contra el rendimiento general, bajando la productividad, generando conflictos y creando un mal clima.

Este tipo de empleados pueden pasar desapercibidos entre los demás compañeros, ya que ante un jefe no muestran síntomas tan evidentes. Sin embargo, siempre hay maneras de identificarlos. De esta forma, podremos atajar el problema, hablar con él o buscar el modo de que su actitud cambie y se vuelva más constructiva.

MALOS PERFILES

Desde el punto de vista que a veces tienen los jefes, faltan detalles y perspectiva. Lo que se ve desde arriba puede llegar a ser diferente de lo que ocurre entre compañeros. La información está sesgada y el rol que ostenta hace que la realidad no sea clara. Si dos compañeros discuten o si hay incidencias pequeñas, pasan inadvertidas a ojos de los supervisores. Esto hace que sea difícil detectar desde ahí a un empleado tóxico. Suelen ser personas que ejercen control y manipulación, que dificultan el trabajo de los demás o que huyen de toda responsabilidad. Los demás compañeros tapan las malas conductas o tienen miedo de que se les tache de chivatos si se quejan.

La desinformación y la desconfianza crea un clima en el que es muy fácil que la empresa empiece a sufrir pequeños pero continuados problemas. El mal rendimiento o la irresponsabilidad genera malas cifras que no pasan inadvertidas para los jefes pero que no encuentran el origen concreto.

A través de los siguientes puntos, podremos identificar a posibles empleados tóxicos dentro de una empresa:

1. Negatividad

Cualquier novedad o cualquier tarea es enfrentada con negatividad. Esto también aparece en pequeños detalles, a la hora de hablar de los demás o cuando se valora el trabajo ajeno. Además, la responsabilidad nunca es suya. Si algo va mal, es culpa de otro.

2. Quejas sobre su puesto

Independientemente de las tareas que tiene, muestra un continuo descontento sobre su rol. Es especialmente evidente cuando su puesto no es malo ni tiene desventajas. Simplemente, nada estará como ellos quieren.

3. Irresponsabilidad

Hay continuas negligencias por no acatar las normas o las órdenes. Tienen muchas excusas para no hacerlo. Si ven que las excusas se acaban, pueden reaccionar poniéndose a la defensiva o culpando a otros, pero nunca con humildad.

4. Van en contra

Esto hace que desvíen el ritmo habitual, interrumpan en las reuniones o no estén de acuerdo con las decisiones, incluso cuando se vota y gana una mayoría.

5. Son poco trabajadores

Lo que generan es una apariencia de que siempre están haciendo algo. A la hora de medir con cifras su rendimiento, no se puede, ya que la mayoría de las ocasiones simplemente fingen trabajar.

6. Frustración

Tienen una mala gestión emocional, no les gusta que se les lleve la contraria y tienen reacciones explosivas con sus compañeros o con los clientes. Con los jefes suelen contener los nervios.

Los empleados tóxicos forman parte de muchas empresas. Muchas veces no se identifican, pero hacerlo, explicaría muchos de los problemas que aparentemente no tienen una causa. Rompen el buen clima, no trabajan en grupo y no hay compañerismo. Detectarlos pondrá fin a dichos problemas.