Pronto no será necesario visitar una galaxia muy, muy lejana, preguntar si el conductor de al lado es un humano o un replicante o que el coche se apellide Delorian para poder surcar los cielos en un coche volador. La realidad de los automóviles voladores está cada vez más cerca, como ha demostrado Kitty Hawk, una pequeña empresa de Silicon Valley (Estados Unidos), según informa 'The New York Times'.

El prototipo con el que un ingeniero de esta empresa, financiada por Larry Page -uno de los fundadores de Google- es el concepto de hidroavión llevado a helicóptero. Una plataforma de cien kilos, con asiento para uno pero sin carrocería, propulsada por ocho hélices y con base amerizable con la que voló a cuatro metros del agua durante cinco minutos.

Aunque Kitty Hawk no es la única en Silicon Valley que se está devanando los sesos para encontrar la forma de crear el primer modelo de coche volador que todo el mundo pueda tener en su garaje. Uber ya planifica crear una red piloto de coches voladores en Dallas (Estados Unidos) y Dubái para el 2020, otras firmas de todo el mundo ambicionan proyectos similares. Tampoco a Estados Unidos se reduce este sueño. El de la japonesa Toyota es encender el pebetero de los Juegos Olímpicos de Tokyo con uno de sus 'Skydrivers', unos coches voladores monoplaza parecidos a los drones, que llevan desarrollando desde el 2012.

Y en Europa también trabajan para estar a la altura, más concretamente los eslovenos de Aeromobil, donde ya van por el cuarto prototipo de coche volador. Este vehículo en tierra ocupa como una limusina, se mueve con gasolina y se puede transformar en avión en segundos. En el aire puede volar hasta 700 kilómetros (de momento). O los franceses de Airbus, que a principios de año anunciaron que acabarían el 2017 presentando su primer prototipo de coche volador personal, además de un taxi volador compartido, movidos ambos por energía eléctrica.