Las grandes faenas, también sobre los adoquines, se brindan al cielo desde el sábado. La misma jornada en que la parte más oscura de la sociedad tomó como punta de lanza una tragedia. Difícil limpiar tanta escoria virtual.

Amanecieron los 875 metros limpios como la patena para posibilitar el penúltimo encierro de los sanfermines, con toros de Núñez del Cuvillo. Había llovido en Pamplona durante la madrugada, lo que podía complicar la carrera debido al suelo mojado.

Los toros abrieron manada en la Cuesta de Santo Domingo, ocupando casi la totalidad del ancho de la calzada. Los seis cuvillos se fueron estirando y un colorado se puso en la cabeza, embistiendo a un grupo de corredores en el vallado situado frente al ayuntamiento. Allí se registró la única cogida del séptimo encierro.

En fila india entraron los toros en Estafeta, donde hubo carreras de infarto. Con los cuatro primeros astados cogieron toro los almassorins Samuel y Sergio, de Aficionats al Bou, y Juan Carlos Ferrer, de la peña El Polp; mientras que con los dos últimos se colocaron Mateo Ferris y Joan Varella, ambos vecinos de Onda.

Encierro rápido y emocionante, de todos modos, con un tiempo de 2 minutos y 32 segundos. Así se dio por concluida la carrera pero no los enormes valores que comporta la tauromaquia. H