Una enfermera canadiense ha declarado ser la autora de la muerte de ocho ancianos que estaban a su cuidado y confesó que elegía a sus víctimas, a las que inyectó dosis mortales de insulina, por su «mal comportamiento». La mujer reconoce que sentía «una urgencia» de matar y que, tras hacerlo, le invadía «incontenible risa». RD