En el tiempo que te lleve leer este artículo se habrán casado al menos 45 niñas menores de 15 años. Esto significa una cada siete segundos. Esta semana hemos celebrado el Día Internacional de la Niña, pero aún tenemos que escalar una montaña para lograr un mundo en el que las niñas tengan las mismas oportunidades que los niños.

Hoy pensamos en chicas como Zahra, embarazada a los 14 años y quemada por su marido en Afganistán tras haber sido apuñalada y torturada por la familia de éste. Murió poco después en el hospital. A Zahra la casaron cuando tenía 11 años. Como resultado, perdió su niñez y su vida.

La experiencia de Zahra fue extrema por su brutalidad y falta de humanidad, pero refleja un mundo en el que la pobreza y la discriminación se suman para negar a millones de niñas el derecho a sobrevivir, aprender y vivir seguras por el simple hecho de ser niñas. Un mundo en el que 15 millones de niñas al año pasan a ser novias; en el que muchas nunca van a la escuela y muchas más la abandonan antes de terminarla; y en el que los partos son la segunda causa de muerte entre las adolescentes.

Si no se toman medidas para hacer frente a las barreras que impiden que las niñas sobrevivan, aprendan y desarrollen su potencial, estaremos poniendo en peligro los objetivos globales adoptados por los gobiernos del mundo tan solo hace un año.

Además de correcto, invertir en las niñas es inteligente y no solo transformará sus vidas sino que también les garantizará un futuro mejor, rompiendo la transmisión de la pobreza de una generación a la siguiente.

NO AL MATRIMONIO INFANTIL

La lucha contra el matrimonio infantil es uno de los mejores modos que tenemos para conseguir mejorar la vida de estas niñas. Las cifras son abrumadoras: una de cada cuatro mujeres de entre todas las casadas fueron novias niñas; en países como Bangladesh, Mali o Níger, dos de cada tres se han casado antes de cumplir los 18 años. Y el progreso actual hacia el objetivo de las Naciones Unidas de terminar con el matrimonio infantil para 2030 es dolorosamente lento. La tasa de reducción actual de tan solo un 1% es solo una octava parte de lo que se necesita.

Hay que tomar medidas de forma apremiante. Las niñas casadas a edad temprana ven interrumpida su educación: Mientras que la brecha entre niños y niñas se ha reducido de manera espectacular en matriculaciones en la escuela infantil, las niñas tienen muchas más probabilidades que los niños de abandonar la educación en secundaria.

Las niñas novias, además, se convierten en niñas madres. El 90% de los embarazos adolescentes del mundo son de niñas casadas. Estas niñas dan a luz antes de que sus cuerpos estén preparados, poniendo en peligro su propia vida y la de sus hijos: los bebés de madres adolescentes tienen el doble de probabilidades de no sobrevivir, frente a los de madres mayores de 18 años.

Además, las niñas casadas están expuestas a mayores riesgos de violencia y abusos. La mitad de las niñas novias tienen maridos al menos diez años mayores que ellas, por lo que hacerse oír es doblemente difícil.

HASTA LA ÚLTIMA NIÑA

Save the Children ha lanzado un nuevo informe, “Hasta la última niña”, como parte de su campaña mundial para garantizar los derechos de las niñas más excluidas del mundo. Como muestra nuestro estudio, el matrimonio infantil es un problema complejo que tiene que abordarse a diferentes niveles.

Las leyes y normas internacionales pueden enviar una señal rotunda sobre el derecho de las niñas a tener infancia. A través de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, cada país ha reafirmado su compromiso de eliminar las prácticas dañinas contra las niñas, incluyendo el matrimonio infantil. La Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos y la Unión Africana se han comprometido a erradicar dicha práctica. Y una serie de países con altos índices de matrimonio infantil, como Gambia, Tanzania y Zimbabue, han ratificado recientemente la legislación que lo prohíbe.

LA POBREZA, FACTOR CLAVE

Pero no se trata de un asunto que pueda ser erradicado solo a base de leyes. A menudo, las niñas pasan a ser novias debido a la pobreza e inseguridad de sus familias. Transferir a las familias más pobres dinero suficiente para que puedan permitirse llevar a sus hijas al colegio, y retrasar el matrimonio, muestra resultados prometedores en muchos países. Hacer las escuelas más seguras y sensibles a las necesidades de las niñas, en especial una vez que alcanzan la pubertad, puede con frecuencia marcar la diferencia entre acudir a clase o abandonar. Y garantizar que las niñas tengan los conocimientos y la atención médica necesarios para retrasar y planificar los embarazos será fundamental no solo para su salud, sino también de cara a las oportunidades económicas que tengan a lo largo de su vida.

También tenemos que admitir que el matrimonio infantil en muchas ocasiones es una convención social muy arraigada y que organizaciones como la nuestra tienen que mejorar el apoyo que dan a los crecientes movimientos que existen, desde líderes religiosos a organizaciones de mujeres, que reconocen que el matrimonio infantil es una amenaza para el futuro de las niñas y que trabajan para desafiar y cambiar actitudes y prácticas.

Y es en este ámbito en el que estamos construyendo nuestro trabajo. Desde Somalia, donde trabajamos con las mezquitas, hasta Bangladesh, donde apoyamos a grupos de niñas en Sylhet, vemos el enorme impacto que podemos conseguir en favor de las niñas cuando colaboramos con las comunidades.

Lo que más nos sorprende es el extraordinario valor, energía y compromiso de tantas niñas al afrontar estos asuntos por sí mismas. Esto es lo que inspira esperanza.Apoyar a esta futura generación de lideresas y garantizar que se escucharán sus voces (en comunidades, capitales nacionales y en la escena mundial) será crucial para alcanzar el objetivo de poner fin al matrimonio infantil y transformar las vidas de millones de niñas.

La amarga verdad es que ninguna solución por sí misma terminará con el matrimonio infantil, no hay arreglo rápido. Será la suma de todo nuestro trabajo a todos los niveles lo que haga que esta práctica termine quedando obsoleta. El Día Internacional de la Niña ha sido un recordatorio de por qué no podemos ceder en nuestra misión.

Helle Thorning-Schmidt es Directora General de Save the Children International.