El enésimo escándalo de la poderosa industria automovilística alemana empieza a cobrarse las primeras víctimas en los despachos. Después de destaparse el lunes que las principales compañías del sector habrían subvencionado experimentos con seres humanos y primates para determinar la nocividad de los gases producidos por sus vehículos diésel, este martes Volkswagen ha suspendido a su responsable de relaciones externas y de sostenibilidad, quien ha asegurado conocer las pruebas.

Aunque temporalmente, Thomas Steg se ha convertido así en el primer alto cargo señalado como culpable de unas prácticas "antiéticas" e "indignantes" en las que se hacía inhalar dióxido de nitrógeno (NO2) a cobayas humanas y que ya han sido repudiadas con unanimidad por el sector. Antiguo portavoz de los gobiernos de la cancillera Angela Merkel y de su predecesor, el socialdemócrata Gerhard Schröder, Steg activó la puerta giratoria para aterrizar en el 2012 en Volkswagen. Allí se convirtió en un hombre de confianza de Matthias Müller, director ejecutivo de la casa de Wolfsburgo, quien ha aceptado su suspensión "hasta que se esclarezcan los hechos y su responsabilidad" y ha asegurado que iniciará una investigación.

Este lunes el sector del automóvil volvió a quedar contra las cuerdas después que la prensa destapase la participación de pesos pesados de la industria del motor como Volkswagen, BMW o Daimler (fabricante de Mercedes) en la promoción de experimentos en los que humanos y primates debían exponerse a la inhalación de esos gases, también emitidos por los vehículos diésel de las compañías, con la intención de demostrar que esos motores no tenían consecuencias graves sobre la salud de los ciudadanos. Las pruebas mostraron que los sujetos no presentaban "reacciones adversas significativas".

Gigantes del motor

Esos experimentos fueron apoyados por la Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el Transporte (EUGT, por sus siglas en alemán), un grupo de presión fundado el 2007 por los tres fabricantes acusados junto a la empresa Bosch, el proveedor automotriz más grande del mundo. El año pasado la institución se disolvió tras el escándalo del Dieselgate.

La revelación de esos experimentos ha indignado a la sociedad y ha despertado las críticas de la clase política alemana. La industria del motor es uno de los pilares de la robusta economía germánica, la más potente de Europa. Según apunta la prensa, las pruebas se realizaron a 25 jóvenes voluntarios que inhalaron NO2 durante aproximadamente tres horas en prestigiosas universidades de Múnich y Aachen en el año 2013. Esto es, antes de que en el 2015 se destapase el fraude masivo de Volkswagen, que durante años modificó hasta 11 millones de sus vehículos altamente contaminantes en todo el mundo para que esquivasen los controles medioambientales.

En mayo del 2014 la asociación también forzó a 10 monos de Java encerrados en las jaulas de laboratorios de Albuquerque (EEUU) a someterse a tests de inhalación de gases que se relacionan con enfermedades circulatorias y respiratorias. Aunque los tres gigantes del motor alemán han intentado distanciarse de tales experimentos, los expertos de la industria apuntan a que esos experimentos estaban bien documentados y que se presentaban sus resultados a los directivos de cada empresa. "En el futuro queremos excluir a los animales de los experimentos", aseguró Steg al diario ‘Bild’.