Los años de retraso acumulado, la escasa (o nula) base que tiene la mayoría de adultos, el doblaje de las películas, el raquítico nivel de idiomas que se imparte en la escuela... Las razones por las que España sigue anclada a la cola de Europa en el dominio del inglés tienen orígenes diversos. El problema es que, lejos de mejorar y a pesar de los múltiples planes que han puesto en marcha las autoridades educativas, el déficit en conocimiento de lenguas extranjeras no disminuye. No porque no se esté haciendo nada, sino porque el resto de países están mejorando más rápido que aquí.

Así lo señala una de las últimas encuestas internacionales realizadas en este ámbito, el Índice de Competencia en Inglés (English Proficiency Index) de la organización Education First, en el que se toman en consideración los resultados de un millón de personas de 80 países distintos.

España ocupa, en este estudio de periodicidad anual, el lugar número 28, el más bajo de los últimos siete años y uno de los más discretos de entre las economías occidentales. En Europa, solo Francia e Italia se encuentran en peores posiciones.

Por comunidades autónomas, destacan en positivo el País Vasco, Navarra y Asturias, donde la nota media de los participantes fue de 59 sobre 100. En la parte baja de la tabla se encuentran Extremadura, Murcia, Comunitat Valenciana y Andalucía.

¿Qué está fallando? ¿Por qué no despegan los españoles en idiomas? Algo no funciona en las escuelas cuando prácticamente todos los jóvenes que han alcanzado un buen dominio de inglés lo han conseguido porque lo han estudiado fuera del colegio, confiesan. Academias y escuelas oficiales de idiomas, cursos y estancias en el extranjero y, más recientemente, series de moda en plataformas de televisión. Así han mejorado conocimientos. El sistema educativo solo permite alcanzar niveles muy elementales, a pesar de que desde hace unos años prácticamente todas las autonomías impulsan programas para fomentar el plurilingüismo.

PROFESORADO y ALUMNADO // «Tener el nivel B-2 de inglés no es suficiente, ni es una garantía didáctica», constata Mariona Casas, coordinadora del doble grado de maestro de educación infantil y de educación primaria con mención en lengua inglesa. «Para enseñar Ciencias en inglés -subraya- hay que saber Ciencias, hay que saber cómo enseñar las Ciencias y hay que saber inglés, pero también hay que conocer métodos didácticos, saber cómo se enseña una asignatura en inglés».

«No se pueden dar clases con el inglés que uno aprende en vacaciones, porque, entre otras razones, si se cometen errores lingüísticos, estos se cronifican y perduran en los alumnos», alerta a este diario Mari Paz González, maestra especialista en inglés.

Pero no se trata solo de un problema de formación del profesorado. También hay un problema con la base lingüística que arrastran los alumnos. El aprendizaje en una lengua extranjera «es mucho más lento, sobre todo si el estudiante no lo domina», dice Mari Paz González. Y las escuelas prefieren no arriesgarse a que sus alumnos no alcancen el nivel exigido para la evaluación.