Aquí el estresante ritmo de la ciudad queda fuera. Casi como si no existiera. En los bajos del 12 de la calle de la Concòrdia, en el Poble Sec (Barcelona), mandan, en el buen sentido de la palabra, los niños; y los niños no entienden de prisas. Frente a las puertas de este colegio --que en realidad no es tal, sino una asociación de familias para la crianza comunitaria--, no se viven las típicas imágenes mañaneras del pelotón de padres y niños a las nueve menos diez invadiendo la acera. Aquí los niños, las familias, llegan todas a partir de las nueve, ninguna antes, y de forma pausada. Una a las nueve y diez, otra a y cuarto, otra a y veinticinco... Sin hacer ruido, cada cual con su propia llave, como si entraran en casa.

Cantan a capela, de forma suave, y dan los buenos días primero al sol, a la luna, a las flores, a los árboles, a los pájaros, «a mí y a todos». Tras la apertura de la jornada, las acompañantes, «nuestra propuesta es acompañar a las familias en la crianza desde el amor y el respeto; reconociendo a los padres como los primeros educadores de sus hijos», afirma Núria, una de los educadoras de los pequeños, se dividen los espacios. Una en la sala, donde colocan las colchonetas de colores y la hamaca, para hacer ejercicios de psicomotricidad, otra en la cocina, una cocina de verdad, otra vez como en casa, otra en la biblioteca y otra en el patio.

LUGAR PLURIlinGÜE // Los niños, de hasta seis años, eligen en cada momento en qué espacio quieren moverse, entre los diferentes ambientes, donde se les ofrecen zonas de relax, de juego simbólico y actividades plásticas. Mientras un pequeño grupo escucha un cuento en la cocina, donde han decidido sentarse alrededor de la referente, otro juega con los instrumentos musicales. Algo que llama la atención, tanto entre los niños como entre las educadoras, es como hablan de forma indiferente en varios idiomas. Catalán, castellano e inglés se escuchan prácticamente por igual entre los distintos ambientes. Van también todos descalzos, adultos y niños. Los zapatos se quedan fuera, igual que los agobios.