Detectar los contagios del coronavirus y evitar nuevos rebrotes. Este será el objetivo de Radar COVID, la aplicación de rastreo móvil con la que el Gobierno español pretende tener la pandemia bajo control y evitar que tras el verano se repita la crisis sanitaria que paralizó al país y que ha degenerado en un revés económico que ya ha supuesto un desplome del 5,2% del PIB nacional.

Pero para que eso ocurra antes se deben realizar muchas pruebas. España nunca se había enfrentado a una situación así ni había impulsado un proyecto tecnológico tan complejo. Es por eso que, desde este lunes, la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial puso en marcha una experiencia piloto, un ensayo general para comprobar si el algoritmo de la ‘app’ es eficiente y si puede ser una herramienta fiable para el futuro cercano.

Del 6 al 19 de julio, este experimento a pequeña escala simulará tres olas de contagio en La Gomera, donde 300 técnicos actuarán como si fuesen portadores del virus. La Secretaría y el ministerio de Salud estudiarán como responde la ‘app’ a las alertas generadas por esos supuestos contagios para comprobar su viabilidad. Para que tenga éxito, al menos 3.000 habitantes de la isla canaria deberán descargarse la aplicación. De funcionar, esta herramienta pasaría a convertirse en una realidad entre septiembre y octubre.

La 'app' Radar COVID impulsada por el Gobierno español /EL PERIÓDICO

Aunque de momento la ‘app’ solo está disponible en La Gomera y en versión Android, Google y Apple ya trabajan en su validación para lanzarla después del verano a escala nacional. En España, un 99,9% de los usuarios utilizan el sistema operativo de estos dos gigantes tecnológicos, lo que garantiza la disponibilidad de la aplicación.

El modelo que respeta la privacidad

La ‘app’ que el Gobierno ha puesto en marcha se basa en el protocolo DP-3T, un sistema descentralizado diseñado desde Suiza por la ingeniera gallega Carmela Troncoso e integrado en el sistema de Apple y Google. Este modelo no se sirve de datos personales como el número de teléfono o la geolocalización, sino del Bluetooth, respetando así la normativa de protección de datos europea.

Con este modelo, cada móvil genera unos códigos únicos y aleatorios, que va emitiendo a través de Bluetooth. Cuando dos usuarios que se han descargado la ‘app’ están a menos de dos metros durante 15 minutos sus dispositivos ‘hablan’ entre sí, captan los códigos que lanza el otro y los guardan durante 14 días.

Si alguno de los dos da positivo por Covid-19, puede decidir ponerse en cuarentena y subir sus datos a un servidor para que mande alertas de forma anónima a todas las personas con las que ha estado, trazando así un mapa de contagios. “Esta tecnología intenta adelantarse a los síntomas para que se limite la propagación del virus”, explicó Troncoso en mayo a este diario.

España, más tarde

Tras semanas de incertidumbre, el Gobierno español confirmó a finales de mayo que optaría por el protocolo DP-3T para desarrollar su ‘app’ de rastreo del virus. Hasta ocho países europeos respondieron con más celeridad y ya cuentan desde hace semanas con sus ‘apps’ de rastreo similares. Aunque al principio varios países como Alemania o el Reino Unido apostaron por un sistema en el que sus gobiernos controlarían y gestionarían todos los datos médicos recolectados por esta tecnología, el apoyo de Google y Apple al modelo descentralizado de Troncoso terminó decantando la balanza. Sólo Francia y Hungría utilizan un sistema centralizado.

La 'app' alemana Corona Warn, frente a la cancillería / CLEMANS BILAN (EFE)

A diferencia de las naciones asiáticas afectadas por la Covid-19, donde hay un menor respeto a los derechos digitales, en la Unión Europea el uso de las ‘apps’ es totalmente voluntario, también en España. Sin embargo, esa cara democrática puede suponer un problema, pues el éxito de la aplicación depende de su penetración. Cuantas más descargas tenga más eficaz será el rastreo de contagios. En Alemania, más de 12 de sus 83 millones de ciudadanos han instalado su ‘app’ nacional, pero en Italia y Francia las descargas giran en torno a los 3,4 y casi 2 millones, muchas menos de las necesarias. Otra problemática es la de los falsos positivos que se pueden generar, dada la limitada precisión del Bluetooth.

Conscientes de ello, el Gobierno comprobará en los próximos días la funcionalidad de la ‘app’ mientras, al mismo tiempo, ha lanzado una campaña para concienciar a los ciudadanos de la importancia de instalarla y utilizarla. En los primeros compases de la pandemia se alabó la reacción de Corea del Sur, que contuvo al virus gracias a que estaba más preparada tecnológicamente. Como el resto de sus socios europeos, España pretende ahora armarse para la próxima oleada vírica.