Las comparaciones son odiosas. Pero mucho más odioso es ver como cierto sector de aficionados rechaza el encierro en pro de la corrida. Hay que tener muy poca visión para hacerlo. «Sin corrida no hay encierro», repiten cada día en las redes sociales. Eso, en lugar de aprovechar el tirón del festejo popular para poner en valor el festejo vespertino.

Como en las seis mañanas precedentes, ayer el mundo puso sus ojos en el encierro de San Fermín. El séptimo con toros de Núñez del Cuvillo. Y es que en Pamplona hay 875 metros que levantan pasiones a propios y a extraños.

Rezos en forma de canto al patrón, el cohete y la apertura del portón dieron paso a los seis ejemplares que don Álvaro eligió para acartelarse en Pamplona. La manada fue buscando por la parte derecha en la Cuesta de Santo Domingo, punto en el que uno de los astados que encabezaba la torada se llevó por delante a un mozo parado en mitad del vial.

Uno de los cuvillos se fue adelantando en Mercaderes, donde la manada entró conjunta, y así tomo la curva de entrada a Estafeta, kalea en la que fue tomando velocidad. Los primeros en encontrarse con el obús fueron Samuel Valero y Sergio Pérez, ambos de Almassora, y Vicent Canelles, de Onda. Un primer animal que se fue abriendo paso por la calle hasta que lo pudieron templar mientras avanzaban metros de adoquines. Uno de los que ayer firmó, de nuevo, una gran carrera fue Josemi, de Benicarló. La veteranía es siempre un grado.

Con los seis ejemplares casi en fila india, la carrera se convirtió en una especie de ballet de alto riesgo por los afilados pitones. Un baile en el que se metió de lleno el ondense Mateo Ferris al que le da igual bailar con uno que con otro. Un jugarse la vida de forma gratuita --ayer jueves se registraron dos heridos por asta de toro--, que no se olvide nadie, que a los antis del encierro les parece poco frente a la labor del torero.

Una mañana más se vivieron momentos de tensión en el tramo de Telefónica, elegido por el Adrián Ojeda, y entrada al callejón, con especial peligro en la parte derecha. Los seis cuvillos llegaron a la puerta de corrales a los 2 minutos y 16 segundos pero ayer, más allá de hacer tiempo, prefirieron dar una vuelta de rigor antes de entrar y lucirse así ante unos tendidos abarrotados. Eran conscientes de que por la tarde volverían a pisar el ruedo pamplonés, pero no por ello se avergüenzan de correr un encierro. Esa es la actitud.