El trabajo es uno de los lugares donde más horas pasamos a lo largo de nuestra vida. Dedicamos largas jornadas a ello, compartimos espacio con nuestros compañeros y basamos parte de nuestro bienestar en cómo estamos en nuestro puesto. Aunque es algo que hacemos de forma remunerada y tenemos determinadas obligaciones, debe ser fuente de felicidad y satisfacción. No siempre es así, especialmente si hay un alto nivel de estrés o si se está pasando por una etapa complicada. Aunque a veces el estar mal es responsabilidad nuestra, hay otras en las que vemos cómo nuestra energía se reduce debido a que el trabajo es tóxico.

Igual que ocurre con los padres, con los amigos o con una pareja, el trabajo puede ir cargado de toxicidad, haciendo que sintamos emociones negativas intensas, baja autoestima o somatizaciones físicas. Identificarlo nos ayudará a buscar una solución o cambiar de empleo.

AMBIENTE NEGATIVO

El nivel de estrés o nuestro rendimiento nos dan pistas de cómo nos sentimos para poder buscar las causas y poner remedio a la situación. No siempre estamos completamente felices en un trabajo, pero eso no conlleva situaciones que nos resten bienestar, salvo si hay una mala gestión por nuestra parte o un exceso de queja. El trabajo es un medio de vida que debe crear satisfacciones, incluso cuando estamos en uno simplemente para poder pagar los estudios o para ampliar experiencia.

DETERMINADAS SEÑALES NOS VAN A INDICAR SI ESTAMOS EN UN TRABAJO TÓXICO:

1. Problemas de comunicación

Nuestras relaciones, independientemente de si es dentro o fuera del trabajo, se basan en la comunicación. En nuestro ambiente laboral hay problemas cuando el jefe no comunica todo lo que debemos hacer y da por sentado que lo sabemos, cuando se nos priva de determinada información o cuando hay un temor a expresarse o contar que algo ha salido mal.

2. Foco en lo negativo

Cada persona realiza una serie de funciones de mejor o peor manera, dependiendo de varios factores. Lo normal es que, con la experiencia, cada vez hagamos con mayor soltura nuestras funciones, lo que no está exento de fallos puntuales. Sin embargo, en algunos ambientes laborales, solo hay un foco puesto es aquellas cosas que se hacen mal. Se maximiza, exagera y dramatiza y no hay refuerzo por todo aquello que sí está bien hecho.

3. Rol sin definir

Las actividades que debemos hacer y nuestras funciones deben ser claras y precisas. De hecho, en muchos casos deben quedar por escrito previamente.

Cuando el trabajo es tóxico, las funciones son ambiguas, falta información y una misma persona se encarga de hacer diversas funciones para las que no está ni preparada ni cualificada.

4. Malas condiciones laborales

Seguirías en ese trabajo si no te hiciera falta el dinero o si te ofrecieran otro puesto en otra empresa? Lo que nos ata muchas veces a un trabajo es la necesidad de llegar a final de mes. Esto hace que algunas empresas, aunque sea de una forma inconsciente, puedan aprovecharse, empeorando las condiciones laborales, dificultando las vacaciones o no pagando las horas extra.

5. Estrés

El estrés laboral se debe a una alta exigencia que sobrepasa el tiempo o las herramientas con las que contamos. Esto puede ser algo puntual, pagado con incentivos o reforzado y agradecido por parte de los superiores. Estas partes más positivas reducen la sensación de estrés, aunque haya más trabajo. Si no es así, si no es valorado y no se debe a un momento puntual, nos está dando una clara señal de trabajo tóxico.

La satisfacción personal va más allá de nuestra vida privada y debe extenderse al ámbito del trabajo. Nuestra empresa tiene la responsabilidad de hacer que nos sintamos bien allí y que podamos desarrollarnos como personas y trabajadores. Sin embargo, esto no siempre es posible, apareciendo indicadores de que tenemos que empezar a buscar otro sitio en el que sí estemos felices.