Observaciones efectuadas con el telescopio espacial 'Hubble' han descubierto en la superficie de Europa, una de las lunas de Júpiter, lo que parecen ser gigantes plumas o géiseres de vapor de agua, algunos de hasta 200 kilómetros de alto, lo que refuerza la idea avanzada en anteriores investigaciones de que bajo la gruesa costra helada del satélite puede haber un enorme océano líquido, como han asegurado los representantes de la NASA durante una teleconferencia celebrada en Washington.

Las observaciones se realizaron en el año 2014, empleando el rango de visión ultravioleta del 'Hubble', y desde entonces se ha procesado la información para no dejar lugar a dudas. "Esto es mucho más complejo que tomar una foto", ha dicho William Sparks, astrónomo del Space Telescope Science Institute de Baltimore. Además, ha insistido la NASA, los géiseres no son constantes, sino esporádicos (se observaron en tres ocasiones, sin recurrencia fija).

NO ERAN ALIENS

La agencia espacial estadounidense había reiterado en los últimos días que presentaría "sorprendentes" estudios sobre la actividad interna de Europa, pero para detener las muchas especulaciones que surgieron se vio obligada con posterioridad a desmentir, medio en broma, que "no se habían localizado aliens". Los resultados presentados finalmente han sido muy interesantes, pero dejan un cierto regusto de decepción porque ya en el 2012, también tras observaciones con el 'Hubble', se había sugerido el mismo fenómeno.

Según la NASA, Europa tiene posiblemente un enorme océano global de 100 kilómetros de profundidad y que contiene el doble de agua que todos los mares de la Tierra, pero es muy difícil obtener información de él porque está protegido por una capa de hielo gélido y duro de espesor desconocido. Las plumas serían son una "oportunidad tentadora", prosigue la agencia espacial, de recoger muestras de lo que hay bajo la superficie sin necesidad de perforar el duro hielo. No haría falta aterrizar, sino que bastaría con enviar un orbitador. De hecho, el material expulsado por los géiseres acaba volviendo a caer sobre la superficie.

La agencia espacial prepara ahora el envío de una misión de exploración en el año 2020, puesto que la sonda 'Juno', que recientemente ha ingresado en la órbita joviana, no está capacitada para recoger muestras.

POSIBILIDAD DE VIDA

La posible existencia de agua en Europa convierte al gran satélite, que tiene un tamaño similar a nuestra Luna, en uno de los mejores lugares para acoger vida en todo el sistema solar. "Creemos que el océano de Europa es uno de los lugares más prometedores", ha dicho Geoff Yoder, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA. En la misma línea se ha pronunciado Paul Hertz, director de la División de Astrofísica: "Queremos saber si puede haber vida más allá de la Tierra y vivimos en una era en la que ya tenemos los instrumentos para responder a esa pregunta. Europa sería uno de los lugares donde buscarla".

Pero Europa no es el único candidato. Como ha recordado Britney Schmidt, profesora del Instituto de Tecnología de Georgia, investigaciones anteriores realizadas con la sonda 'Cassini' en Encélado, una de las lunas de Saturno, también habían detectado supuestos géiseres de vapor de agua.

2012: no era un error

En el año 2012, también gracias al telescopio ‘Hubble’ pero con un método diferente de observación, un equipo del Instituto de Investigación Southwest, en San Antonio (EEUU), ya detectó evidencias de vapor de agua que salían de la región polar meridional de Europa. En aquella ocasión se estimó que las plumas tenían unos 160 kilómetros de altura. Sin embargo, quedó la duda de que las observaciones fueran fruto de un error puesto que en los años posteriores no se observó nada. Ahora, como ha destacado la NASA, todas las evidencias convergen. “Las "estimaciones de altitud y latitud son similares”, ha destacado.

Al igual que se propuso en el caso de Encélado, satélite de Saturno, la NASA opina que los géiseres detectados por el ‘Hubble’ serían el resultado de una actividad geológica interna, como sucede con nuestros volcanes. Teniendo en cuenta que sería un mundo totalmente oscuro, sin posibilidad de fotosíntesis, esta actividad termal en el agua podría ser el 'motor' necesario para aportar la energía necesaria para la vida.