La letal violencia con armas de fuego volvió ayer a Orlando (Florida, EEUU). Lo ha hecho justo una semana antes de que se cumpla el primer aniversario de la matanza en la misma ciudad de 49 personas en el club gay Pulse, una masacre vinculada al terrorismo. Pero lo que late tras este último tiroteo, en el que un hombre de 45 años antes de suicidarse ha asesinado a cinco personas en el lugar de trabajo del que fue despedido en abril, es otro problema de consecuencias aún más letales en EEUU que la radicalización de lobos solitarios: el de la violencia en el lugar de trabajo.

Según un informe presentado este año por AFL-CIO, la principal organización sindical de EEUU, 703 trabajadores murieron a causa de la violencia en el 2015, el último año del que tienen datos. 417 de esas muertes fueron homicidios en lugares de trabajo y 229 fueron suicidios. El informe, titulado «Muerte en el trabajo. El peaje de la negligencia», también apunta a que 66 de esas muertes fueron provocadas por compañeros de empleo y que las armas de fuego fueron el principal medio usado por los homicidas, concretamente en 355 de esas muertes.

A las cifras del 2017 habrá que sumar las del tiroteo registrado ayer en las instalaciones de Fiamma, una empresa que fabrica y vende toldos y accesorios para caravanas. Poco después de las ocho de la mañana, las autoridades recibieron una llamada alertando de que se estaban produciendo disparos. En solo dos minutos los agentes llegaron al negocio y encontraron a tres hombres y una mujer muertos por disparos. Otro hombre herido de bala falleció en el hospital al que había sido trasladado. La mayoría de las víctimas recibieron disparos en la cabeza y algunos recibieron varios tiros. Ocho trabajadores son supervivientes del ataque.

UNA SEMIAUTOMÁTICA // La matanza ha sido obra de un hombre de 45 años que ha sido identificado por las autoridades como John Robert Neuman, que había sido despedido en abril por motivos que las autoridades no han querido revelar, aduciendo que son «temas de la empresa». Veterano del ejército, del que salió en 1999, Neuman llegó a su antiguo lugar de trabajo armado con una pistola semiautomática y un par de cuchillos, uno grande de caza y otro más pequeño, aunque según las autoridades no usó las armas blancas. Tras la masacre, y antes de que entrara la policía, se quitó su propia vida.

Neuman tenía antecedentes policiales por delitos menores. En el 2014 protagonizó un incidente violento en la empresa que llevó a la policía a acudir al lugar, pero no se presentaron cargos.