La vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH) lleva en España desde el año 2007. Está incluida en los calendarios de vacunación de todas las comunidades autónomas para niñas de entre 11 y 14 años (antes de la primera relación sexual), entre las que la cobertura es de aproximadamente un 77%, según datos de Sanidad. Para los niños, sin embargo, la vacuna se convierte en una opción que depende no solo de la voluntad de sus familias, sino también de sus bolsillos: el que quiera ponérsela, deberá pagar entre 122 y 155 euros que cuesta cada dosis. Son entre dos y tres. Una exclusión que, con los últimos datos sobre la mesa, pediatras y oncólogos quieren revertir ahora. Porque aseguran que no se trata solamente de una vacuna contra una infección de trasmisión sexual, sino contra el cáncer.

Los expertos explican que hay suficientes evidencias de que el VPH está detrás de numerosos tumores. El más importante, desde el punto de vista numérico, es el cáncer de cuello uterino, causado, casi en su totalidad, por este virus. «También provoca tumores de orofaringe (en un 40% de los casos, que van en aumento), de canal anal (la mayoría), de vulva, de pene y de vagina (entre un 40 y un 60%)», explica Xavier Bosch, director del programa de investigación del cáncer en el Institut Català d’Oncologia (ICO) y uno de los precursores de esta vacuna. En total, está detrás del 5% de los tumores a escala global.

PROTECCIÓN LIMITADA // Esto quiere decir que los hombres tampoco están a salvo. «Se estima que entre el 80 y el 90% de personas que tienen relaciones sexuales van a tener contacto con el VPH en varios momentos de su vida, tanto mujeres como hombres, puesto que es una infección que no distingue género ni edad», afirma Jesús de la Fuente, ginecólogo del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid. Asimismo, aunque las medidas clásicas de prevención, como puede ser el preservativo, protegen, lo hacen de manera limitada. «Es un virus que se transmite por el contacto directo de piel a piel», explica Bosch. Además, se trata de una infección, en la mayoría de las ocasiones sin síntomas, de tal forma que una persona puede estar infectada, no saberlo y transmitirlo a su pareja sexual.

Vacunar solo a mujeres podría servir para frenar el virus si se piensa que así no se contagiaría a los varones, pero se desprotegería a aquellos que tengan relaciones homosexuales. Además, al no ser obligatoria, no todas las niñas se vacunan, por lo que dejaría a una parte de la población desprotegida. Teniendo esto en cuenta, ¿por qué entonces la salud pública no cubre a los varones? «La razón más importante es que la investigación inicial se había centrado en el cáncer de cuello uterino, que es el más frecuente», explica Bosch. A día de hoy, ya hay 13 países con vacunación universal. «Y, probablemente, la mayor parte de los países europeos siga esta tendencia», asegura.

Mara Garcés-Sánchez, pediatra y miembro del Comité Asesor de Vacunas, también es partidaria de incluir a los chicos. «Por una cuestión de equidad, lo lógico sería vacunar a niños y a niñas», asegura. «Tenemos un estudio en Valencia de la vacuna Gardasil en el que se vio la reducción de verrugas genitales. Hay estudios internacionales que aseguran una reducción del 90%», explica.

«Son numerosos los estudios que demuestran cómo el hecho de incluir a los varones en el calendario vacunal es una estrategia efectiva para un país, es decir, merece la pena por el ahorro en costes sanitarios y personales que esa inversión en salud conlleva. Algunos de ellos cifran ese ahorro en varios millones de euros», asegura De la Fuente.