Al dramático balance de tres personas muertas (ayer por la tarde se comunicó el deceso de un trabajador herido grave que había sido hospitalizado y por la mañana se había localizado el cuerpo de un compañero) y ocho heridas, dos de ellas graves, hay que sumar los fallos de coordinación y comunicación registrados durante los primeros minutos de la emergencia desatada el martes por la tarde en la petroquímica de Tarragona al explotar un depósito de la empresa Iqoxe. Fueron unos desajustes en el protocolo de actuación especialmente graves, si se tiene en cuenta que aquellas comarcas disponen de dos grandes complejos petroquímicos y de un Plan de Seguridad de las Químicas (Plaseqcat) desde hace más de 30 años.

Uno de los errores desvelados, según denunció Protecció Civil, fue que la empresa siniestrada, Industrias Químicas de Óxido de Etileno (Iqoxe), no informó inmediatamente de la sustancia que estaba ardiendo, lo que dificultó que se tomara la decisión de confinar a la población en sus casas. Tampoco avisó al centro de emergencias, como establece el Plaseqcat, ni al 112, según explicó el subdirector de Protecció Civil de la Generalitat, Sergio Delgado, a RAC-1. De hecho, el jefe de guardia del operativo de Bombers, Albert Ventosa, aseguró ayer en el lugar del suceso que cuando sus efectivos se desplazaron no sabían con exactitud ni lo que había pasado ni dónde. Este mando explicó también que el incendio se originó en un reactor de la planta de Iqoxe en cuyo interior se mezclaban dos productos para elaborar otro. El incidente afectó a una cisterna próxima que contenía óxido de propileno.

La falta de información parece ser la causa de que los vecinos de los municipios más próximos --Vila-seca, La Canonja y Tarragona--no oyeran ninguna sirena que les indicara permanecer en sus casas para no respirar ninguna posible sustancia tóxica, mientras algunos vehículos de Protecció Civil sí pedían a los residentes, muchos de los cuales veían las llamaradas, que no salieran. Fuentes oficiales también alegaron que las alarmas no sonaron porque la nube de humo no era nociva.

El alcalde de La Canonja, Roc Muñoz, a quien la explosión sorprendió en un centro comercial del que le hicieron salir ignorando el peligro potencial en el aire, explicó que el aviso de que los vecinos debían quedarse en casa le llegó una hora más tarde. «Y eso que yo soy el máximo responsable de la protección civil del municipio, según la normativa», declaró. Y añadió que hasta media hora después del suceso no le llegó la primera alerta por parte de la Generalitat sobre el incidente.

SIN MÁSCARAS / Además, las patrullas de los Mossos d’Esquadra que se desplegaron en la zona para establecer un cordón de seguridad alrededor del polígono no llevaban máscaras respiratorias para protegerse. «Llevamos años en Tarragona con este riesgo y nunca hemos tenido máscaras. Solo nos dijeron que cogiéramos cascos por si caían objetos», explicó uno de los agentes.

La explosión repartió fragmentos metálicos en un radio amplísimo, alcanzando a campos de fútbol que por suerte estaban vacíos. Pero el caso más grave fue el lanzamiento hasta más de dos kilómetros de distancia de la tapa del depósito de óxido de etileno que estalló. Esa placa se introdujo en una vivienda y dañó su estructura causando el desplome parcial de un piso y una de las tres víctimas mortales, Sergio Millán, un exfrutero jubilado. La segunda víctima mortal es un empleado de Iqoxe cuyos restos fueron hallados ayer por la mañana en la zona del siniestro, mientras que la tercera es un compañero suyo que ingresó en Vall d’Hebron con quemaduras en el 80% del cuerpo y no logró sobrevivir.