Varios millones de euros en multas y unos cuantos expedientes más tarde, los responsables de Facebook han entendido que Europa no entiende la privacidad como ellos. Y es que según la legislación europea, no se puede tratar ningún datos que no haya tenido la autorización expresa del usuario, y quedan especialmente prohibidos aspectos como la salud, la afiliación política y sindical y religión. Un aspecto que en EEUU se pasa por alto.

Es la "diferencia de sensibilidad", en palabras del vicepresidente de producto de Facebook, Guy Rosen, para justificar por qué la compañía no aplicará el filtro de inteligencia artificial para prevenir suicidios a los usuarios comunitarios.

"La cuestión es que nadie le ha dado permiso a Facebook como empresa para que interfiera en las conversaciones que mantiene un usuario con otras personas, incluso dentro de su plataforma, ni para que interprete las intenciones de cada uno en el mundo real. Si quisiera hacerlo, en Europa Facebook necesitaría el consentimiento informado del usuario, e incluso si pensamos que pudiera ser beneficioso, habría que plantear si es ético", advierte Virginia Dignum, profesora de la Universidad de Delft y especialista en las implicaciones éticas de los sistemas de inteligencia artificial, de paso estos días por Barcelona.

Sanciones en España

La Agencia de Protección de Datos española ya impuso multas a Facebook el pasado septiembre por valor de 1,2 millones de euros por recoger datos sobre ideología, sexo o gustos personales sin consentimiento expreso y sin que se borraran a petición del usuario. La sanción española llegó tras la actuación coordinada de varias agencias de protección de datos europeas, entre ellas las de Bélgica y Francia, que abrieron sendas investigaciones después de que Facebook modificara de modo unilateral sus términos y condiciones de uso en enero del 2015.

También Google se llevó otras sanciones millonarias por la aplicación de filtros de inteligencia artificial a Gmail que vinculaban lo que escribía el usuario a la publicidad que le aparecía.

Facebook todavía mantiene otros procedimientos en marcha abiertos sobre el supuesto trasvase de datos personales con Whatsapp. En España, por ejemplo, el caso todavía no está cerrado.

Y es que Facebook pasa por ser la red social que más intensivamente ha explotado los datos, gustos y preferencias de sus usuarios para rentabilizar su sistema de publicidad.

Científicos de las universidades de Cambridge y Stanford (la cuna de Google), ya advirtieron en el 2015 del conocimiento que llegaba a tener Facebook de una persona a partir de los Me gusta que se dan entre los usuarios, y de cómo los algoritmos de la red social llegaban a cruzar tantos datos que podían responder a preguntas sobre el carácter de una persona con más exactitud que sus amigos, su familia y sus compañeros de trabajo (que eran, por lo general, los que menos sabían). Solo el cónyuge desbancaba a la máquina, y por muy poco.

"Con 100 Me gusta, Facebook sabe tu personalidad, con 150 sabe más que tu madre y con 250 te conoce mejor que ti mismo", resumía el divulgador Martin Hilbert, investigador de la Universidad de UC Davis, en California, en una conferencia reciente en Chile. "Sin embargo, los datos siempre son el pasado y si solo analizamos los datos, siempre nos vamos a quedar en el pasado porque para hacer predicciones hay que añadir nueva información. Si en Facebook cambias de país, de novia o de trabajo, ya no saben qué hacer contigo", añadía.

También los sesgos que introducen los algoritmos cuando van aprendiendo de la información que obtienen distorsionan los resultados. "Aunque todavía es más fácil reprogramar un algoritmo que cambiar la mente humana", advierte Hilbert.