Las mujeres a las que se ha pedido hacer evaluaciones adicionales tras una mamografía y se descarta la malignidad, los denominados falsos positivos, tienen el doble de riesgo de desarrollar un cáncer de mama durante los 10 años posteriores. Así lo constata un estudio liderado por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), de Barcelona que han trabajado con profesionales de Dinamarca y Noruega, y han analizado datos de un millón de mujeres que se han sometido a la mamografía.

Este trabajo que analiza la influencia de los falsos positivos en el riesgo de desarrollar cáncer ha sido publicado por la revista British Journal of Cancer, según informó ayer el Hospital del Mar.

En total, se han realizado 3,5 millones de pruebas, en las que se detectaron más de 10.000 tumores. A la vez, se produjeron más de 110.000 falsos positivos, y la cifra de pacientes con un segundo falso positivo fue de poco más de 8.000. La doctora Marta Román, del Grupo de Investigación en Epidemiología y Evaluación del IMIM y primera firmante del trabajo, considera que estos resultados «no quieren decir que al detectar un falso positivo la lesión se transforme en un tumor, sino que la paciente es susceptible biológicamente de desarrollar lesiones en las mamas, un riesgo que se mantiene durante 10 años, como mínimo».

Marta Román explica que «se trata de mujeres que son propensas a tener anormalidades en la mama», unas lesiones que, según los investigadores, pueden ser marcadores del riesgo de desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida de la paciente.

La citada doctora propone que se personalice el seguimiento de las mujeres participantes en el cribado mamográfico: «A las mujeres de más riesgo se les podría ofrecer hacer una mamografía cada año en lugar de una mamografía cada dos años».

Las pruebas de cribado de cáncer de mama se realizan en casi toda Europa cada dos años a las mujeres de entre 50 y 69 años, con el objetivo de detectar casos de este cáncer asintomáticos.