El grupo bilbaíno Fito & Fitipaldis celebra 20 años con 'Fitografía', una caja antológica que incluye tres compactos, tres DVD y un libro (también disponible en una versión más ligera de dos compactos). Hablamos con su líder, Fito Cabrales.

Disco de éxitos y gira de aniversario. ¿El plan perfecto para cuando a uno no le salen canciones nuevas? Pues sí, ¡diana! [ríe] Estaba componiendo canciones y me encontraba en un 'loop': cuanto más lo intentaba, peor. Y me estaba alejando del proyecto. Yo ni pensaba en ese 20 aniversario, pero nos llamó la compañía con el proyecto de la caja y, cuando vi que la portada era una guitarra Fender Stratocaster, ya dije: "¡Qué guay!". Y, bueno, como yo soy el rey de las excusas, esta me fue genial para dejar a un lado lo de componer.

Dice que se estaba alejando del proyecto. ¿Lo había? Bueno, las ganas de hacer un disco las tenía, y sobre todo, de cambiar un poco. El rock siempre es lo mismo, y como he trabajado hace poco con Fetén Fetén y gente un poco más folk, le conté a Carlos [Raya] que me molan las canciones cuando no las arreglas. No es que tenga claro cómo será el próximo disco, pero siempre debes tener una meta, preguntarte cómo suena tu vida ahora mismo. Y ahora me apetece escuchar a solistas, o gente que solo toca el Hammond, o el contrabajo, cosas chiquitinas…

¿Como quién? Pues Cory Henry, por ejemplo, o Raúl Midón. Cosas sencillas de escuchar. Pero cómo aún no tengo claro cómo encauzarlo… Los discos de aniversario, ¿son para cuando uno está KO? Pues para mí, sí.

Respondiendo a la pregunta qué se hacía antes, ¿diría que su vida suena ahora un poco melancólica, mirando hacia atrás? No, más bien como algo divertido. La melancolía no la siento. Y como un curro, también.

Habrá tenido que reencontrarse con toda su obra, canciones que compuso sin imaginar que llegarían al gran público. Cuando empezamos no pensábamos que íbamos a sobrevivir musicalmente 20 años, ni que íbamos a llenar un pabellón en Barcelona, ni en Madrid, ni en Cuenca.

La creación de Fito & Fitipaldis, ¿respondió a motivos musicales, al deseo de incorporar otros sonidos y géneros más allá del rock urbano de Platero y Tú? En parte, sí. Platero se deshizo por motivos artísticos: Juantxu, Iñaki, Jesús y yo seguimos siendo amigos. Pero hubo un momento en el que yo ya no quería cantar canciones que me dieran otros autores. No porque no fueran buenas, sino porque al cantar piensas que tal cosa quizá la dirías de otra manera. Y te dices: "Yo ya no puedo estar en una banda". Aunque te vaya peor.

El 'single' de 'Fitografía' no es una canción de Fito & Fitipaldis, sino de Platero y Tú, 'Entre dos mares'. ¿Por qué? Me propusieron hacer una canción nueva pero dije "joder, entonces todo el mundo estará pendiente de la nueva", y yo lo que quería es que ahora se centraran en el pasado. Y pensé que estaría bien explicar al gran público que yo antes cantaba con Platero. 'Entre dos mares' me venía bien.

"Perdido entre dos mares, sin viento, sin bandera…". Suena descreída. Sí, puedo salir a defenderla. Y es oportuna, más allá de todo el movidón este de Cataluña, España, la bandera y su puta madre…

En el País Vasco tienen cierta experiencia en conflictos políticos. Sí, y tenemos la visión de no creernos nada de lo que sale en la tele. Porque allí estábamos igual. Te llamaba un amigo y te decía: "Uy, no voy a ir a Bilbao porque estáis todo el día dándoos tortas y con la metralleta"… Y según cómo es gracioso. Hace poco, en una rueda de prensa, vino un periodista a hacer solo la pregunta política. No le interesaba nada más. "¿Tienes alguna solución al conflicto?". Y yo cuando quiero salir por patas solo digo que soy un señor mayor que toca la guitarra. Y dije: "Mira, yo creo que Puigdemont y Rajoy deberían tomar un poquito de MDMA, porque eso acerca mucho"…

Droga sintética. Sí, cuando la tomas ves un árbol y lo abrazas y lo quieres. Pero lo dije en cachondeo. ¡Y es lo único que salió de la rueda de prensa! ¡Nadie dijo que me iba de gira, que sacaba un disco…! Pero, en fin, he llegado a la conclusión de que en España no estamos preparados para ser sinceros. En Estados Unidos, la NBA se mosquea con Trump, le deja plantado, y no pasa nada. Aquí, no. A Albert Pla, un señor al que dan ganas de abrazarlo, lo ponen a caldo, y te dices "madre mía, cómo está este país". No, no estamos preparados. Y por eso acabo hablando de drogas, porque en este país aún necesitamos un poquito de rodaje.

Volviendo a 'Entre dos mares', la letra critica que haya "tantos homenajes" a "personajes muertos", y eso que cuando la compuso aún no habían fallecido tantas estrellas del rock como ahora. ¡Es verdad! Sí, mi mujer, ahora cuando pongo música, me dice: ¿quieres dejar de poner señores muertos? [ríe].

Se ha hablado siempre de la influencia de Dire Straits en su música, ¿pero es más de J. J. Cale, que nos dejó hace cuatro años, o de ambos a la vez? Hay un denominador común y si ahondas un poco en Mark Knopfler llegas a J. J. Cale. Quizá sí que al principio, aquel sonido sencillo de Cale, con unas melodías increíbles, que luego Knopfler llevó al gran público, me dio a entender la música como una mezcla sencilla de country, rock’n’roll… No sé muy bien cómo lo hacía.

Un sonido relajado, de guitarras limpias… ¿Fue su ideal original para Fitipaldis? Creo que sí, que era una de las cosas más claras que tenía: todo tenía que sonar sencillo y agradable. Sin ser Kenny G, ¿eh? A veces el sonido ya te hace sentir en otro lugar, y eso es agradable.

¿En algún momento tuvo la sensación de que, llegando a un público nuevo, mayor, que nada sabía de su historia, el éxito se le escapaba de las manos? Bueno, esa es la visión que sigo teniendo [ríe]. Sí, es verdad. Lo digo a la gente y no me creen, pero lo digo en serio. No sé hasta qué punto es coherente tocar para 15.000 personas. Divertido lo es. Jugamos a que somos los Stones: tres autocares, camiones, 40 en un hotel. Ves las colas en los pabellones y te preguntas: "¿Qué vienen a ver, a Aerosmith?". Ah no, ¡a nosotros! Todos hemos tenido nuestros sueños a los 15 años, pero en el fondo piensas: "Yo no necesito eso, es un estrés". ¡Los Beatles dejaron de tocar por eso! En una sala para 500 personas los gestos forman parte del concierto, pero en un pabellón un comentario tuyo no llega más allá de la mesa de sonido. Y lo digo en serio, pero luego sigo tocando en sitios grandes.

¿No se planteó esta vez tocar en clubs o teatros? No, porque la máxima era que la gira debía ser corta: 20 años, 20 ciudades. Tres meses. Y al hacer pocos conciertos, tienen que ser grandes. Pero la siguiente gira sí que será de salas. Con disco nuevo, si es que soy capaz.

¿Tiene la sensación de que el carrerón de Fito & Fitipaldis ha sido una rareza, una anomalía? Sí, porque en España es anómalo llenar pabellones tocando rock, eso es verdad. Pero haces una canción que llega a la gente, o es que caes bien y hay algo extramusical. La gente viene a vernos no solo porque le gustan nuestras canciones sino porque, no sé el motivo, les caemos bien. Y hacemos rock porque no sabemos hacer otra cosa. Me encantaría tocar con Chick Corea, pero…

Un repertorio de éxitos, ¿hace que los conciertos sean más libres, o más limitados? Hacer el 'setlist' es más fácil: no hay que hacer la difícil selección de canciones antiguas de cuando presentas un disco nuevo. Aunque en esta gira queremos recuperar también piezas que no tocamos desde hace tiempo.

Y después de la gira, ¿de vuelta al folio en blanco? Sí, ¡estamos postergándolo! [ríe]. Yo sé que a nadie le hace falta un disco de Fito & Fitipaldis. Solo a mí, a nosotros. Pero cuando haces canciones te sientes mejor. La ilusión de seguir complicándote la vida es maravillosa.