La justicia francesa ha sentado este martes en el banquillo de los acusados al antiguo párroco Bernard Preynat, quien durante décadas abusó sexualmente de jóvenes scouts sin que sus superiores jerárquicos movieran un dedo para impedirlo.

Su caso encarna el silencio cómplice de la Iglesia católica francesa con la pederastia de sus miembros y provocó la condena del cardenal de Lyon, Philippe Barbarin, en marzo del 2019, por no haber denunciado los actos del cura antes de su inculpación en 2016.

Durante la audiencia iniciada en el Tribunal correccional de Lyon con 24 horas de retraso por la huelga de algunos letrados contra la reforma de las pensiones, Preynat, un tipo achaparrado de 75 años, pelo y barba blancos y el gesto impasible, ha admitido su culpabilidad, pero ha esgrimido como línea defensiva que en el momento de los hechos que se prolongaron desde 1971 hasta 1991- no era consciente de las consecuencias sobre las víctimas.

Para mí eran gestos de ternura en los que encontraba cierto placer. Necesité tiempo para entender que era condenable moralmente, dijo al ser preguntada por la presidenta del tribunal, Anne-Sophie Martinet,

¿Pensaba usted que esos niños querían tocarle el sexo? ¿No podía usted deducir que se veían obligados?, le replicó Martinet poniendo el acento en el poder que como adulto ejercía sobre los menores.

De las 35 víctimas reconocidas durante la fase de instrucción, diez se han personado como acusación particular junto a cinco asociaciones de protección de la infancia. En veinte casos, entre ellos tres violaciones, los hechos han prescrito.

La primera jornada del proceso se ha centrado en la duración de los hechos, la conciencia que Bernard Preynat tuvo de los mismos, el papel de los padres de las víctimas y el de la jerarquía eclesiástica, un aspecto fundamental para quienes sufrieron los abusos, que se preguntan por qué el cura pederasta tuvo el apoyo de sus superiores durante tanto tiempo.

RELATO DE LAS VÍCTIMAS

Por el estrado fueron desfilando algunas de las víctimas, todas menores de 15 años cuando Preynat estaba al frente de la parroquia de Sainte Foy Les Lyon y era el responsable de los grupos de scouts. El primero en hablar fue François Devaux, uno de los fundadores de La Palabra liberada, asociación que se constituyó a raíz de la primera denuncia presentada contra el cura.

Devaux contó el periodo sombrío que atravesó cuando sus padres le sacaron de los scouts y confesó un intento de suicidio. Este momento es el más duro desde el inicio de todo el proceso. Lo que hacemos aquí es para mí una terapia familiar, manifestó.

Benoît Repoux, otra víctima, relató que no puede tener hijos por el trauma que arrastra y que, a pesar de ello, ha perdonado al cura pederasta. Jean-François Genin confesó que no puede ir a la peluquería ni soporta el contacto con personas excesivamente táctiles, y a Matthieu Farcot le temblaba la pierna izquierda al ver por primera vez al acosador después de muchos años.

Bernard Preynat, expulsado en 2019 de la Iglesia tras un juicio canónico, se enfrenta a diez años de cárcel y 150.000 euros de multa.