El laberinto chileno de los abusos sexuales de sacerdotes ha dejado al papa Francisco en el ojo del huracán. Un alud de críticas han caído sobre el Papa desde el pasado jueves, día en que defendió a Juan Barros, un obispo acusado de encubridor y cuya mala fama ha golpeado duramente a la Iglesia del país latinoamericano. Este lunes, Francisco ha corregido sus palabras, pero la polémica ha continuado, empañando a nivel internacional el final de su gira por Perú y Chile. Sus consecuencias, imprevisibles.

"Se cometieron errores hasta el último momento, también cuando el Papa estuvo en Chile", ha escrito 'Il Sismografo', un página de información que no figura entre las voces oficiales vaticanas pero es considerada estrechamente vinculada a corrientes internas del Vaticano. "Parece que no tuvo la posibilidad de evaluar profundamente lo que está ocurriendo fuera y dentro de ese país (…) no está en juego solo la Iglesia chilena, sino toda la Iglesia", ha añadido este medio.

El problema está en que, "al final, también Francisco ha tropezado sobre el escándalo de los abusos, como ya ha pasado con sus antecesores", ha comentado el vaticanista Francesco Peloso. La equivocación se ha cometido "allí donde siempre se encalla la Iglesia sobre el escándalo de la pederastia: también él ha puesto la institución por delante de las víctimas", ha añadido. "Fue un error político fuerte. Por eso, entiendo que la reacción haya sido igualmente contundente", ha dicho a este diario otro vaticanólogo, Jacopo Scaramuzzi.

Pidiendo pruebas

Desde el pasado día 18, los reproches contra Francisco se han multiplicado. Aquel día el Papa se despidió de Chile respondiendo a un periodista que lo interrogaba sobre la presencia en los actos del obispo de Osorno (Chile), Juan Barros, quien, según las víctimas, ha encubierto a Fernando Karadima, cura al que se lo ha llegado a comparar con Marcial Maciel. “El día que presenten una prueba contra el obispo Barros hablaré. No hay ninguna. Todo es calumnia. ¿Queda claro?”, le dijo Francisco al cronista.

Palabras insólitamente duras y que suscitaron de inmediato una ola de indignación, en particular en la trincheras de aquellos que vienen luchando desde años contra la pederastia clerical. El ataque más hiriente, sin embargo, vino de dentro. "Es comprensible que las declaraciones del papa Francisco sean una fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abusos sexuales cometidos por el clero o cualquier otro perpetrador", dijo el sábado el cardenal Sean O'Malley, de Boston. Fueron "palabras que transmiten el mensaje de que 'si no pueden probar sus afirmaciones, entonces no se les creerá'", añadió el purpurado estadounidense.

La polémica, que oscureció el mensaje de condena de los abusos dado el primer día del viaje papel, se volvió así incendiaria. Más aún considerando que O'Malley, quien poco después de aquello se reunió en Lima con Francisco -en un encuentro no anunciado-, es un monje capuchino que desde los años 90 se ocupa de abusos cometidos por sacerdotes y se ha encargado de algunas de las diócesis más afectadas, entre ellas la de Boston y las de Irlanda. Además, desde 2014, lidera la comisión antipederastia del Vaticano y asimismo integra el llamado C-9, el consejo de nueve cardenales que asesoran al Papa en la reforma de la Curia romana.

Pese a darse cuenta que había cometido un error con sus declaraciones, el Papa el lunes ha vuelto a defender a Barros, aunque matizando sus palabras. "Hice una herida sin quererlo y esto me ha dolido mucho", ha admitido, de regreso a Roma. "Hay mucha gente abusada y que no puede traer una prueba, no la tiene. Y que o no puede o a veces la tiene pero tiene vergüenza y sufre en silencio", ha reconocido. "No puedo condenarlo, porque no hay evidencia, y yo personalmente estoy convencido de que es inocente", ha afirmado, con todo. En el futuro, quizá, se sabrá quién tenía razón.

En el 2015, consideraba que todo era una trampa política

La convicción de Jorge Bergoglio de que Juan Barros es inocente se remonta a algunos años atrás, como ha quedado demostrado por un vídeo difundido en 2015 por el noticiero chileno 'Ahora Noticias'. En el mismo se ve al Papa que, al final de una audiencia papal, adjudica las acusaciones contra Barros a una trampa política, confeccionada por un presunto grupo de políticos de izquierda.

La chilena es "una Iglesia que perdió la libertad dejándose llenar la cabeza por políticos, juzgando a un obispo sin ninguna prueba después de 20 años de ser obispo", dice Francisco, según se oye. "Piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices por todos los zurdos que son los que armaron la cosa. Además la única acusación que hubo contra ese obispo fue desacreditada por la corte judicial así que, por favor, no pierdan la serenidad", añade.

La grabación coincidió en su momento con una serie de filtraciones de cartas y correos reservados de cardenales chilenos sobre Fernando Karadima, acusado de abusos en 2010 y declarado culpable por el Vaticano en 2011. También involucran a Barros, el cual, sin embargo, no ha sido sometido a procedimiento judicial alguno hasta la fecha. Una de las razones por las que el Papa no aceptó su renuncia en dos ocasiones.