Este año la primera ola de calor del verano ha coincidido de lleno con el inicio del mes de agosto, lo que para muchos supone el principio de las vacaciones. Este periodo se convierte en sinónimo de desconectar, descansar y pasar más tiempo al aire libre, unas prácticas beneficiosas para nuestra salud física y mental pero que, sin embargo, pueden traernos problemas durante estos días de intenso calor.

En pleno aumento de las temperaturas, exponernos a ambientes con temperaturas elevadas durante mucho tiempo puede llevarnos a sufrir las inesperadas consecuencias del calor en nuestras carnes.

Termostato interno

Conforme suben las temperaturas, nuestro cuerpo reacciona intentando adaptarse al calor. Es decir, activa unos determinados mecanismos para regular el termostato interno y mantener la temperatura dentro de unos límites aceptables. En el caso de un individuo sano, la temperatura corporal ronda los 37 grados. Algo que puede ir variando aproximadamente 1 grado a lo largo del día, dependiendo de factores como el nivel de actividad física realizada.

A medida que suben las temperaturas, el cuerpo empieza a trabajar para equilibrar la carga de calor. El primer paso es el aumento de la frecuencia cardiaca, lo que permite bombear más sangre hacia la piel y las extremidades. De ahí una mayor producción de sudor, el mecanismo del cuerpo para enfriarse.

Consecuencias

El principal consejo para hacer frente a la ola de calor es evitar exponernos a situaciones en que la temperatura sea muy alta. El segundo paso, mantenerse hidratado. ¿Pero qué ocurre cuando no somos capaces de hacer frente a tanto calor? El cuerpo seguirá produciendo sudor para enfriarse. A más sangre destinada a la piel, menos disponible para el resto de funciones corporales.

Si llegamos al punto en que nuestro cuerpo se ve expuesto a un calor extremo, llegando a rondar los 40 grados de temperatura interna, podemos sufrir un golpe de calor. Este se caracteriza por dos principales síntomas: aumento de la temperatura corporal (hipertermia) por un lado y afectaciones al sistema nervioso central por el otro. Algunos de los síntomas de los golpes de calor son fatiga, debilidad, confusión, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, ansiedad, mareos, taquicardia y somnolencia.