Hay trenes que solo pasan una vez. Pero si el destino es el correcto habrá otro medio de transporte para llegar hasta él. Los de Fuente Ymbro se empeñaron ayer en ser un AVE y no precisamente en el tramo Castellón-València. Los toros gaditanos batieron el récord de velocidad de la presente edición de los Sanfermines en el cuarto encierro con dos minutos y 15 segundos.

De hecho, a juzgar por la alta velocidad que tomaron los seis ejemplares por las calles de Pamplona, no deben haber problemas de conexión ferroviaria en Sevilla. En la primera línea policial se situó, como en años precedentes, Marabello, de les Alqueries. Desde esa localización cercana a la hornacina del patrón vio salir a los fuenteymbros después de que el reloj de San Fermín marcara las 8.00 horas en punto.

Se pusieron los toros en cabeza, aunque no pasaron muchos metros hasta que los mansos cumplieron con su misión de guiar a la torada. Esta se mantuvo muy arropada incluso tras pasar la curva de Mercaderes, en la que ayer corrió Luis Pachés, con camiseta roja de la Juventud Taurina. Y así, con ese compadreo y las prisas de los de Ricardo Gallardo, no había forma humana de coger sitio. Pero ya saben, después del tren en cuestión igual pasa un autobús con idéntico destino. A esa oportunidad se subieron ayer algunos corredores cuando uno de los ejemplares tropezó con un montón de mozos o viceversa y quedó descolgado en Estafeta, en la que se colocó Valentín Saiz, de Nules. Lo cierto es que esa circunstancia propició que algunos corredores sí tocaran toro.

A BUEN RITMO // Caer y levantarse. Ese fue el caso de Mateo Ferris, de Onda, que tras verse en el suelo se puso a correr ante el sexto. Mientras, su paisano Botijo se situó en el centro de la calle con la manada, que se mantenía hermética. Cerca del toro melocotón que la cerraba estuvieron el recortador Jaume Orenga, de la Vall d’Uixó, y el también ondense Vicent Canelles, que ayer se volvió a enfundar su camiseta de colores.

La carrera de los astados continuó a un ritmo vertiginoso hacia Telefónica, donde la manada pasó más estirada pero manteniendo siempre su nobleza. Cuatro toros cruzaron el callejón por delante, entrando en corrales a los 2 minutos y 10 segundos. Un tiempo que se prolongó hasta la entrada de los dos últimos astados. Siempre acabamos llegando a donde nos esperan. Aunque sea cinco segundos más tarde.

Al final del encierro fueron siete los corredores que necesitaron ser evacuados al Complejo Hospitalario de Navarra, ninguno de ellos por heridas de asta y todos dados de alta una vez atendidos de sus lesiones y contusiones.

Entre ellos hay dos extranjeros, el estadounidense D.M., de 50 años, que sufrió una fractura de la clavícula izquierda en el tramo de Telefónica y el alemán S.F. de 38, con una luxación de hombro en este mismo lugar.