El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), institución pública cuyo objetivo es velar por la seguridad nuclear en España, dará previsiblemente su visto bueno este miércoles, o a más tardar el jueves, para que la central de Santa María de Garoña (Burgos), actualmente en situación de parada segura, pueda seguir operando hasta cumplir los 60 años. Lo hará, no obstante, sin que la planta haya cumplido todavía todos los requisitos de seguridad que le exigió el propio organismo regulador, según ha denunciado en un comunicado la Asociación Profesional de Técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear (AsteCSN).

Que la central prolongue su actividad dependerá a continuación del Gobierno, que ya ha anunciado que no pondrá ningún impedimento si el dictamen del CSN es favorable, y de los propietarios, que hasta ahora no se han mostrado muy animosos, alegando problemas de viabilidad económica. En cualquier caso, sea cual sea el resultado final en el caso de Garoña, la decisión del CSN puede sentar un importante precedente en las restantes centrales españolas, deseosas de prolongar su vida útil más allá de los 40 años que establece la normativa actual.

LAS AUSENCIAS

Según explica la AsteCSN, entre las medidas que el CSN pidió que fueran adoptadas se encuentra la creación de un nuevo sistema de tratamiento de gases, la separación física de cables eléctricos, la protección contra la caída del techo del edificio de turbina y el aislamiento de la contención primaria.

La ASTCSN asegura que el CSN advirtió de que dichas modificaciones deberían estar implantadas "como condición previa" para la emisión del preceptivo informe favorable a la renovación del permiso de actividad para la central, según se indicó a los propietarios de Garoña en una carta emitida en abril del 2015. Sin embargo, los técnicos destacan que, "a fecha actual, esta instalación no ha realizado estas modificaciones necesarias requeridas para mejorar su nivel de seguridad".

LA SEGUNDA MÁS VIEJA

Tras la planta José Cabrera de Zorita (Guadalajara), inaugurada en 1969 y que desde el año 2006 se encuentra en proceso de desmantelamiento, Garoña es la nuclear más vieja de España. Operó desde 1970 hasta diciembre del 2012, cuando los propietarios, la empresa Nuclenor (propiedad al 50% de Iberdrola y Endesa), decidieron parar la producción. Su potencia instalada era de 400 megavatios (MW), frente a los 1.000-1.100 MW de las centrales más modernas, que equivalía en el momento de la cierre el 6% de la electricidad española de origen nuclear.

El problema de Garoña es que su reactor BWR-3, fabricado por General Electric, es del mismo tipo que los de la siniestrada centralFukushima. A raíz del accidente de la planta japonesa, en el año 2011, los nuevos requisitos de seguridad impuestos por la Unión Europea obligaban a las plantas en funcionamiento a someterse a unas costosas reformas. Nuclenor estimó entonces que las mejoras solo le resultarían rentables en caso de operar la planta hasta el 2031, como mínimo, muy por encima de la edad máxima de funcionamiento prevista por la ley.

Hasta ahora, el tiempo máximo que había permanecido conectada a la red una planta nuclear en España eran los 37 años de la ya clausurada Zorita, que funcionó entre 1969 y el 2006.

Una autorización para Garoña hasta el 2031 implicaría, también por primera vez, desligar las revisiones integrales de seguridad que ejecuta el CSN cada diez años de las autorizaciones, lo cual no implica que se vaya a hacer esa revisión pero sí supone que la autorización no está condicionada a ella, como ocurría hasta ahora, como informa la agencia Efe. En cola, esperando la resolución definitiva sobre Garoña, aguardan atentamente otras cinco centrales que en los próximos cinco años deberán pedir autorización si quieren seguir operando más allá de los 40 años.