La orientación sexual, como cualquier otro aspecto de la conducta humana, tiene un componente genético. Una investigación a gran escala sobre el genoma humano desvela que existen algunas variantes genéticas que se asocian con las identidades no heterosexuales. ¿Significa que se han hallado los genes de la homosexualidad? No. Los especialistas recuerdan que, aunque pueda existir cierta predisposición genética, el comportamiento sexual de una persona es impredecible y, como ocurre con todos los aspectos del comportamiento, puede variar en función de factores ambientales, sociales y culturales.

El estudio, publicado ayer en la revista Science, toma como referencia los datos genéticos de más de 470.000 personas que habían recurrido al Biobank del Reino Unido y a la empresa 23andMe, dos iniciativas dedicadas al estudio del genoma humano. A partir de ahí, los investigadores interrogaron a los participantes de este estudio sobre su orientación sexual con preguntas como: «¿Alguna vez ha tenido relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo? ¿Hacia quién se siente sexualmente atraído?» A continuación, los expertos empezaron a buscar correlaciones entre respuestas y marcadores genéticos.

PREDISPOSICIÓN DEL ADN // El análisis de los datos demuestra que existen cinco marcadores del ADN que pueden asociarse a la no heterosexualidad. Esto implicaría que factores genéticos y, por tanto hereditarios, pueden predisponer a entre el 8% y el 25% de la población a sentirse atraída hacia alguien de su mismo sexo. Este aspecto, lejos de significar que existen genes gais, sugeriría que hay miles variantes genéticas que determinan rasgos de la personalidad y que la suma de todos esos pequeños cambios acaban dando forma a una determinada orientación sexual.

Esta no es la primera vez que se estudia si la homosexualidad puede tener un componente genético. Estudios en gemelos idénticos, por ejemplo, ya habían apuntado que, incluso en el caso de dos individuos criados en un idéntico entorno, los genes podían contribuir a definir su orientación sexual en el 18% de los casos en las mujeres y en el 37% en los hombres. En esta ocasión, argumentan que sus motivaciones para continuar estudiando este aspecto tienen que ver con la protección de los individuos con sexualidades no normativas.

Más allá de sus llamativas conclusiones, la investigación se presenta ante la comunidad científica con unos sesgos y limitaciones un tanto controvertidos. «La distinción entre heterosexual y no heterosexual basándose en la práctica de relaciones con individuos del mismo sexo parece algo simplista. La orientación sexual también se define por los sentimientos y la identidad que considere el propio individuo», comenta al respecto Claudio Díaz García, bioquímico experto en genética y miembro de PRISMA, asociación para la diversidad afectivosexual y de género en ciencia, tecnología e innovación.

SESGOS Y LIMITACIONES // A este problema de base habría que sumarle, además, que la investigación parte de una muestra sesgada: los participantes del estudio, ya incluidos en las bases de datos genómicas, son todos de procedencia occidental, clase socioeconómica alta y de entre 40 y 70 años. Es decir, no son representativos de la población.