Si tiene más de 45 años, el GIF (siglas de Graphic Interface Format), le va a parecer una chorrada. Si es más joven, es muy raro que no haya enviado alguno. Las imágenes animadas son una nueva forma de comunicación que busca ampliar la efectividad del emoticono, esos símbolos que han invadido los mensajes de texto.

El GIF apareció ya en las primeras webs de los 80, pero en el último año ha tenido una resurrección espectacular gracias a los móviles y sus aplicaciones.

Uno de los más extendidos en España es el famoso negro del WhatsApp, una imagen creada desde una app externa que provocó que el programa de mensajería pasara a controlarlas. La guinda la puso Apple, cuando permitió crear imágenes animadas en bucle desde su programa de fotos. Hasta Instagram ensaya un buscador de GIF para incorporarlo a las exitosas Stories.

USOS / Gente aplaudiendo, sorpresas, la cara que se cae sobre el pastel, expresiones chispeantes… Cualquier imagen vale siempre que cumpla una función: expresar. «El éxito se debe a su capacidad para expresar comunicaciones no verbales y no textuales. Se busca una velocidad y una inmediatez más próximas a la conversación oral que daría el teléfono», resume Giovanna di Rosario, profesora de semiótica en la Universitat de Barcelona y el Politécnico de Milán. Su punto humorístico y la utilización como herramienta para la protesta en el activismo on line han consolidado un éxito fulgurante que también ha llegado hasta la creación artística.