El Gobierno declara la guerra a la pseudociencia. A partir de ahora, las pseudoterapias quedan expulsadas de los centros sanitarios, según el plan que acaban de presentar en Madrid la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, y el ministro de Ciencia, Pedro Duque. El proyecto también incluye la puesta en marcha de campañas publicitarias para dejar claro a la población la diferencia entre qué es ciencia y qué no es. El Ejecutivo también ordena incorporar a la carrera de Medicina un incremento de la formación cientítica que reciben los futuros médicos. El plan incluye un acuerdo con los medios de comunicación, que tienen mucha responsabilidad en el auge de determinados gurús. Sanidad y Ciencia se comprometen a facilitar fuentes de información científicas a la hora de contrastar determinadas noticias.

La aprobación del plan responde a la preocupación social generada por la llamada medicina alternativa, a la que muchos empiezan a llamar ahora complementaria. Se trata de terapias que carecen de evidencia científica, pero que en la mayoría de las ocasiones se promocionan como sanadoras. Ni curan ni mejoran el estado del paciente. En el mejor de los casos, se queda como está. Sin embargo, el verdadero peligro reside en los enfermos graves que pueden sentirse atraídos por este tipo de promesas y abandonar así tratamientos médicos vitales para su salud, como ocurrió con Cristina Beraza (que falleció de cáncer el año pasado tras renunciar a la quimioterapia y ponerse en manos de un curandero en Hondarribia).

El Gobierno -que también está intentando poner veto a la homeopatía- intenta con este plan apoyar únicamente los tratamientos que tienen evidencia científica para tratar a pacientes.