E l Gobierno ha dado un paso al frente para intervenir en la situación límite que vive la Comunidad de Madrid con la pandemia. No es lo que cada vez más expertos le reclaman, que declare el estado de alarma y tome el mando ante el caos de la gestión de Isabel Díaz Ayuso, pero puede ser el paso previo si las cosas no mejoran. De momento, Pedro Sánchez se reunirá en la Puerta del Sol con la presidenta regional para «abordar una estrategia conjunta» y «aunar esfuerzos y medios». En los próximos días se podrá comprobar si el encuentro previsto entre ambos, del que aún no se ha fijado fecha, sirve para esos propósitos.

La iniciativa de la reunión ha partido de Sánchez a través de una carta dirigida a Ayuso en la que argumenta la necesidad de «reforzar los mecanismos de cogobernanza para complementar los esfuerzos y medios que viene desplegando tu Gobierno» a la vista «de la evolución de la pandemia en la comunidad que presides».

La misiva se redactó a las pocas horas de que el vicepresidente de Madrid, Ignacio Aguado, reclamara «una implicación contundente» de Sánchez en la crisis madrileña. Aguado es el cargo institucional más relevante de Ciudadanos, partido al que ahora corteja Sánchez para los Presupuestos.

Es muy probable que Aguado apelara al Gobierno a espaldas de Ayuso y ante la gestión caótica que ella está haciendo de la crisis, pero la presidenta aprovechó su carta de respuesta para recordar a su interlocutor que le había pedido un encuentro sin éxito en reiteradas ocasiones. Ayuso argumenta en su misiva que Madrid, al ser la capital, «requiere de coordinación específica».

La realidad es que el Ejecutivo madrileño se ha resistido hasta ahora a tomar medidas tan drásticas como las que han aplicado otras autonomías con menor incidencia del virus para no dañar la economía. Y cuando el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, se adelantó a anunciarlas por vez primera, desde la presidencia se pisó el freno. También podía acogerse a la declaración del estado de alarma en un solo territorio que ofreció Sánchez si es que le faltaban instrumentos legales para hacer frente a la crisis.

Antes de eso, la presidenta había mandado a dos de sus consejeros a intentar tranquilizar a los desconcertados ciudadanos. El de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, grabó un vídeo destinado, como él mismo dijo, a «enviar un mensaje de calma en referencia a las interpretaciones que se están realizando respecto a la situación de coronavirus». En él señalaba que el Ejecutivo regional estaba trabajando «para tomar decisiones en el sentido de restringir la movilidad y reducir la actividad en las zonas con mayor transmisión».

Escudero huyó de la palabra confinamiento, pero no lo descartó. Al fin y al cabo, cuando se limita la movilidad se está aplicando un tipo de confinamiento. Según la Cadena Ser, la presidenta de Madrid presionó sin éxito a Zapatero para que se retractase en un vídeo de su anuncio.

El otro consejero en terciar, Enrique López, argumentó que una comunidad autónoma no puede «confinar a las personas en sus casas» sin pedir el estado de alarma y que lo que se busca es «limitar, reducir la movilidad y limitar los contactos no necesarios». «Hay que lanzar un mensaje de tranquilidad a la población», advirtió, porque «la palabra confinamiento genera zozobra ». ¿Será un confinamiento pero con otro nombre?

Antes de proponer a Díaz Ayuso la cumbre en Sol, Sánchez ya le había mandado un recado a través del ministro de Sanidad. «Madrid tiene que hacer lo haga falta para controlar la epidemia. Quiero ser muy claro». Al proceder del ministro Salvador Illa, que casi nunca abandona el tono conciliador con las comunidades, la exigencia sonó a orden de inmediato cumplimiento. H