Los países más perjudicados por la irrupción del coronavirus están impulsando medidas tecnológicas para controlar la propagación de la pandemia y evitar nuevos rebrotes cuando cese el confinamiento.

Mientras España han puesto en marcha varias apps de autodiagnóstico y dos proyectos de rastreo del movimiento ciudadano que pueden ayudar a tomar mejores decisiones sobre salud pública, otros países han optado por métodos de vigilancia que han puesto en tensión las libertades de sus ciudadanos.

CHINA / Con la colaboración del gigante comercial Alibaba, el régimen chino desarrolló pocos días después de iniciarse la ola de contagios una app que, con los colores verde, naranja y rojo, determina el estado de salud de los usuarios. Los infectados deben quedarse en casa dos semanas. Este software móvil conecta datos de los ciudadanos como su geolocalización con la policía, que vigila que se cumplan las normas. Los sanos deben demostrárlo mediante códigos QR que les son asignados para tener acceso a lugares públicos como un barrio o el metro. Funciona como un DNI saniario digital.

ISRAEL / El gobierno autorizó el uso de una ley antiterrorista para rastrear sin autorización judicial a sus ciudadanos, destapando que desde el 2002 el Estado judío registra los datos de localización y contactos de toda la población, un escándalo nacional. Con ese método, se traza un mapa de los infectados por covid-19. A diferencia de otros países, en Israel son los servicios secretos internos quienes gestionan esa tecnología.

COREA DEL SUR / En el 2015 y el 2018 Corea modificó la ley de privacidad para ponerla bajo necesidades de emergencia. El Gobierno pregunta a los infectados cuales han sido sus últimos contactos. De no querer revelarlo, puede acceder a su GPS móvil y al historial de sus tarjetas de crédito sin necesidad de consentimiento. También puede servirse de cámaras de vigilancia para rastrear esos movimientos. Cuando se corrobora un caso de infección se publica en una web y se manda un mensaje al móvil de la gente que vive cerca para que eviten los lugares de riesgo y se hagan tests. El Gobierno obtiene datos de las operadoras y los cede a apps privadas que mapean los focos de contagio.

SINGAPUR / El intensivo sistema de rastreo de datos de Singapur se sirve del bluetooth de los móviles, que detectan como un radar la información de otros móviles alrededor para detectar si hay algún caso positivo por el virus. Esa información está encriptada y no guarda su localización, protegiendo la privacidad del usuario. Si alguien enferma puede ceder sus datos al Gobierno para que éste avise y ponga en cuarentena a las personas con las que ha estado en contacto.

ALEMANIA / Varios países de la UE estudian como adaptar el modelo de Singapur en un contexto más democrático. Alemania está desarrollando una app que también utilice bluetooth para detectar casos de manera anónima y sin usar la geolocalización. Además, ayer se puso en marcha otra app de uso voluntario que permite monitorear datos como el pulso o los patrones de sueño.

ITALIA / Varias empresas italianas han desarrollado un proyecto para reconstruir los movimientos de personas infectadas que espera la aprobación de Roma. Con esa app quieren avisar a las personas que hayan estado en contacto con gente enferma para evitar rebrotes tras el final del confinamiento.

REINO UNIDO / El Gobierno y la Universidad de Oxford estudian crear una app que sirva para pedir tests. Si se da positivo ésta avisaría directamente a sus círculos cercanos, sin la mediación del Ejecutivo. Para que funcione piden una alta participación de los ciudadanos para ceder datos como la geolocalización.