“Los narcos no están parando de trabajar, y nosotros tampoco”. Con estas palabras resumían desde la Guardia Civil las últimas 24 horas vividas en el Campo de Gibraltar, donde las fuerzas de seguridad han detenido a 19 personas e intervenido 4.420 kilos de hachís en cuatro operaciones policiales desarrolladas en las playas de Algeciras, Sanlúcar de Barrameda y Zahara de los Atunes (Cádiz).

El helicóptero de Vigilancia Aduanera sobrevolando la playa de Getares, en Algeciras, daba cuenta de la última de esas intervenciones a primera hora del miércoles. Una embarcación semirrígida con 14 fardos de hachís, 420 kilos, era detectada sobre las 7 de la mañana al llegar a la orilla, y sus ocupantes se daban a la fuga tras descargar la droga. No obstante, eran detenidos poco después por Policía Nacional y agentes de la Guardia Civil, que también han intervenido dos vehículos en la operación, explican fuentes policiales.

Apenas ocho horas antes, la Guardia Civil arrestaba a otras tres personas en Sanlúcar de Barrameda cuando procedían a descargar una embarcación con 30 fardos de hachís, con un peso de en torno a unos 1.000 kilos. Ya en la jornada anterior, el martes, el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON) y del Grupo de Acción Rápida desplegado en el Campo de Gibraltar frustraba otro alijo también en la playa de Getares. En esta operación los agentes lograron detener a 10 personas y se intervinieron 1.500 kilos de hachís. Por último, otra operación en Zahara de los Atunes permitía intervenir una embarcación de ocho metros de eslora con dos motores a bordo de la cual se localizaban otros 1.600 kilos de droga.

Estas incautaciones demuestran que los narcos no respetan el confinamiento por el coronavirus, aunque deben buscar nuevas fórmulas para poder salvar los continuos controles policiales. “Ya no es tan fácil tener preparadas a 30 personas en la playa para desembarcar la droga, porque las calles están vacías y se los ve a la legua”, explicaba hace unos días un agente de la Guardia Civil desplegado en la zona, que detallaba que los narcos han cambiado sus rutinas a causa del estado de alarma y la vigilancia policial y han potenciado nuevas rutas fuera del Estrecho. No obstante, concedían que la infraestructura de la que disponen algunas organizaciones todavía les permitía llevar embarcaciones hasta la orilla, donde, con una precisión casi milimétrica, los descargadores abandonaban las viviendas colindantes, se hacían con la droga y se volvían al interior de las viviendas en apenas unos minutos.