La idea que el olfato humano es inferior al de los otros animales está de capa caída. En los últimos años, los científicos han constatado que los humanos pueden distinguir entre millones de millones de olores distintos; que identifican algunos mejor que los perros; y que la pérdida del olfato puede llevar a la depresión o preceder una enfermedad neurodegenerativa.

«El sentido del olfato ha recibido mucha menos atención de la que merece», afirma John McGann, neurocientífico de la Universidad Rutgers (EEUU) que publicó el 12 de mayo un artículo en Science titulado El mal olfato humano es un mito del siglo XIX. El trabajo es una revisión: no aporta resultados nuevos, pero analiza a fondo la literatura existente.

McGann cree que el creador del «mito» es Paul Broca, un genial neuroanatomista francés del siglo XIX. Broca constató que las dimensiones de las regiones del cerebro llevaban relación con las habilidades asociadas. En las ratas, el bulbo olfativo es grande y está posicionado en la parte frontal del cerebro. En los humanos, es más pequeño respecto al volumen total del cerebro y está escondido detrás del lóbulo frontal, la región vinculada a las actividades racionales. Broca asumió que esta región se había desarrollado a costa del bulbo.

NO HAY QUE COMPARAR // Según McGann, preguntarse qué especie es mejor en oler es erróneo. «Distintos animales perciben distintos olores», explica. Por ejemplo, las personas son mejores que los perros y los conejos en discriminar el acetato de isoamilo (olor de plátano) y mejores que las ratas en detectar un aldehído contenido en la sangre humana.

En todo caso, llama a la cautela. «Es un trabajo importante, porque pone el olfato en la agenda. Pero hay que sopesar todo: los perros pueden detectar feromonas, y nosotros no», apunta.