"Nos planteamos no traerla, al fin y al cabo es la guardería, pero hay que seguir adelante con la vida". Lourdes acaba de recoger a la pequeña Manuela de su primer día de colegio infantil, y reconoce cierta intranquilidad ante el devenir del curso escolar. No tanto por las medidas adoptadas por los centros infantiles como por su convicción, como pediatra, de que la situación "es un poco incontrolable". Un riesgo que al igual que ella, han asumido muchos padres que no tienen otra alternativa para dejar a los niños. "No queda otra", es la frase más repetida.

Alba trabaja en una librería, y con su marido ha tenido que encajar el sudoku de los horarios laborales, reducciones de jornada y vacaciones. "Es que si no, la alternativa son los abuelos", aduce. Carolina, su compañera, dice arriesgarse a medias con sus dos pequeños. "Como es periodo de adaptación, hay pocos niños y son solo dos horas, no me queda más remedio que pedirle a mi madre que se encargue de llevarlos y recogerlos, pero ya me he pedido reducción de jornada para encargarme yo de ellos por las tardes este curso".

QUE EVITEN EL PARQUE

En algunos centros les han pedido que por las tardes eviten relacionarse mucho, incluso ir al parque, a fin de proteger los 'grupos burbuja'. "Ser responsables ahora no es una cuestión solo de egoísmo, por uno mismo, sino por la convivencia de grupo", abunda Lourdes.

Al igual que Fernando o Isabel, otros padres de pequeños de 2 años, ninguno se plantea que los niños no acudan, porque eso supone contratar una canguro o dejar de trabajar. Ambos defienden que los niños necesitan volver a la clase y socializar con sus compañeros. Y aunque se muestran tranquilos con las medidas que han implantado en sus centros educativos, confiesan "no querer pensar en el escenario cuando se detecte un positivo y tengan que guardar cuarentena".

MENOS NIÑOS POR AULA

A su favor juega que la ratio, al menos estos primeros días de curso, ha caído mucho. No solo han bajado las matriculaciones respecto al pasado año, sino que, de momento, algunas madres desocupados han preferido esperar y probar en carne ajena cómo funcionan las medidas implantadas y los protocolos anticovid. Y otros, desempleados o en erte, han preferido ahorrarse el gasto de una educación no obligatoria.

"No es solo miedo, es que en los próximos días queremos ir a ver a los abuelos que están fuera, y claro, como son personas vulnerables porque tienen enfermedades, prefiero aguardar un poco antes de llevarla y evitar el riesgo", aclara Liliana.

En su caso, aprovecha que está sin trabajo y puede pasar las mañanas en casa con ella. No obstante, reconoce que duda acerca de si acabará llevándola en octubre, "que es cuando empiezan los episodios de mocos y catarros", aunque seguirán pagando la plaza para no perderla. En un sentido parecido se pronuncia Eli, que cuenta que aprovechará que tiene poco trabajo por el momento para dejarla esos ratos en casa de su madre en vez de llevarla al cole. "Miedo no tengo, lo que tenga que pasar pasará", señala, "pero prefiero esperar unos días y que los profes se sientan menos agobiados, porque en su clase nos han dicho que son unos 20 niños".

"En 30 años que llevamos abiertos, es la primera vez que tenemos tan pocos niños al inicio del curso", cuenta Patricia, propietaria del centro infantil Coleta en Marbella. De hecho, si en febrero en algunos centros no había plaza, ahora es posible conseguirla sin demasiadas trabas. "Suele haber alguno que apura hasta que empiezan los hermanos mayores, pero este año se nota un poco el miedo", añade. Una visión que comparte Francisco Jiménez, dueño del centro Minimicos. "Somos conejillos de Indias", señala con tristeza.