La vuelta a las aulas ha supuesto una prueba de fuego para la comunidad educativa. En teoría, queda todo plasmado negro sobre blanco, el famoso protocolo; pero ¿qué ocurre cuando no es así? ¿cuando un alumno da positivo por covid? ¿cuando no se tiene en cuenta la incertidumbre de las familias para hacer frente a ese golpe? El miedo y la desazón cae a plomo sobre los padres, que no tienen claro el procedimiento a seguir. El siguiente caso ocurrió recientemente en un grupo burbuja cualquiera, de un aula cualquiera, de un colegio cualquiera. Nos puede pasar a todos, hoy, mañana, dentro de diez días...

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Un correo por la noche

Padres acostando a los niños, haciendo la cena o relajados viendo la tele. Hasta que la tranquilidad se ve enturbiada por un correo. Quien está más pendiente del móvil lo ve enseguida, el que desconecta por la noche el teléfono se puede llevar una desagradable sorpresa al día siguiente. El mensaje de la profesora de la clase es escueto, pero claro: «Me han informado de que un alumno ha dado positivo. No podemos asistir al colegio desde mañana. Sanidad se pondrá en contacto con vosotros». La sorpresa da paso al susto y al bloqueo.

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Llamada al centro de salud

Una madre llama al centro de salud el día siguiente a primera hora y le comunican que, menos su hijo, el resto de la familia puede «hacer vida normal». Mientras, hay quien ya ha tenido que pedir permiso al trabajo para no ir porque tiene que quedarse con su hijo. Pasan los minutos lentamente aguardando que llame Salud Pública, pero no hay suerte. Una madre contacta con el teléfono del Consell para casos de la covid, y le dicen que solo el menor ha de guardar cuarentena. La situación se complica a los diez minutos: otra madre llama al mismo teléfono y le dicen lo contrario, que la normativa ha cambiado «de ayer a hoy» y que hasta que no hayan realizado la prueba al alumno, toda la familia ha de guardar confinamiento.

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Contacto con la pediatra

El tiempo pasa lentamente y las novedades se suceden: un padre informa de que le ha llamado la pediatra, que al niño le harán la PCR al día siguiente, pero solo a él, los demás miembros de la familia, al cole y al trabajo. A otros, en cambio, la pediatra les asegura que ella no puede mandar hacer la PCR y que esperen la ansiada llamada de Sanidad. Tamaño desbarajuste no ayuda.

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El colegio informa

El equipo directivo del colegio, en torno a las cuatro de la tarde, emite una nota para todos los padres, que no termina de tranquilizar a las familias afectadas. «Salud Pública ha ordenado la cuarentena a un grupo de convivencia estable de nuestro centro, e informado a todas las personas afectadas». Y es que nadie de Salud Pública se ha puesto en contacto con ellos.

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Un poco de tranquilidad

Uno de los padres informa de que ha hablado con un profesor, que le ha comunicado que ha enviado a Sanidad el listado de teléfonos y números SIP de los afectados, que Sanidad lo sabe y llamarán, que la coordinadora covid del centro ha ido a una reunión por la mañana con Salud Pública, y que harán pruebas PCR a todos los alumnos.

Todos respiran, pero al mismo tiempo crece el enfado porque consideran que la gestión no está siendo clara por parte del centro y ha faltado comunicaicón a las familias afectadas.

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Y pasa otro día...

Amanece un nuevo día, viernes, y llegan nuevas: por un lado, un profesor admite fallos de comunicación y anuncia que van a enviar a los padres un correo con toda la información que la conselleria les ha proporcionado; por otro, la coordinadora afirma que la llamada de Sanidad puede que la reciban «en 24/48 horas o no, llamará cuando llame». Los padres agradecen esa pequeña luz

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Nuevo correo electrónico

La conselleria comunica que el menor debe guardar confinamiento y que es posible que la PCR no se realice ni se ponga en contacto con las personas en cuarentena. Que hasta el 29 de septiembre los alumnos no aparezcan por el colegio. Protocolo, protocolo, protocolo.

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Al fin suena el móvil

Y, casi a las tres de la tarde, un padre informa que Salud Pública ha llamado: PCR al niño al día siguiente por la mañana. Salen los primeros aplausos en el grupo, llega el goteo de llamadas, ya van por tres alumnos. Pero pronto se rompe la ilusión. A las dos horas, una madre pregunta a qué hospital pertenecen los menores a los que han llamado. ¡Bingo! A todos los que pertenecen a la misma área de salud.

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Del desánimo a la alegría

A las 8.30 horas del sábado, un padre recibe una llamada del otro hospital para que vaya a hacerse su hijo la PCR; a los pocos minutos llaman a otro, vuelve la alegría al grupo.

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Positivo

El primer niño que se ha hecho las pruebas ha dado positivo. Nuevo duro golpe para el grupo. Lo bueno es que el pequeño está bien, alegre y jugando. Al día siguiente tienen que hacer las pruebas al resto de la familia. Mientras, toca esperar resultados de los compañeros de clase; con suerte, estarán en un día; si no, habrá que aguardar varias jornadas. La última y triste sensación de los padres es que van a tener que sus hijos van a encadenar un PCR tras otro durante el curso. Es duro, un sinsentido.