Entre las muchas consecuencias indeseadas de la pandemia de covid-19 se hallan esos segundos de intensa zozobra espiritual que padecemos cada vez que nos encontramos con un conocido y no sabemos muy bien cómo saludarle sin violar los protocolos de seguridad. Proscritos desde el primer día los abrazos y los apretones de manos, nos hemos ido resignando a decir hola con los codos, pero hasta ese gesto antinatural, que mezcla de manera un poco ridícula el baile de los pajaritos con una acción defensiva de Sergio Ramos, ha sido desaconsejado por la Organización Mundial de la Salud por cuanto no respeta la debida distancia entre personas.

Con el fin de ayudar a nuestros lectores a hacer algo menos embarazosos esos momentos, consignamos algunas modalidades de saludo que no implican contacto físico y que son, en algunos casos, el producto destilado de tradiciones milenarias a las que conviene acercarse con respeto y rigor.

Mostrar la palma y moverla a derecha e izquierda es una práctica muy común que se remonta a la antigüedad clásica y que en origen servía para revelar que uno no iba armado y que, en consecuencia, acudía al encuentro con talante pacífico y la mejor voluntad.

Otra opción es el saludo apache, en el que se flexiona un brazo de manera que la palma de la mano mire al frente y quede a la altura del mentón. O una reverencia, que en las culturas europeas ha quedado circunscrito al teatro y la monarquía, pero en países asiáticos como Japón y Corea es una forma muy extendida de saludo.

Lo cierto es que hay muchas posibilidades. Desde el saludo vulcano de Star Trek hasta la mano cornuda de los jevis, pasando por el guiño pícaro, llevarse la mano al corazón (recomendado por la OMS), el repetido giro de muñeca que identifica a los monarcas y a las falleras mayores, y tantas otras formas de comunicar alegría y respeto. H