El transporte marítimo y la introducción de plantas exóticas son unas de las principales vías de difusión de especies animales invasoras. Hoy en día, los culpables son los grandes cargueros o los acuarios descontrolados. Pero este fenómeno ya existía hace milenios. Es el caso, por ejemplo, de un barco procedente del Nilo al que se le colaron algunas lagartijas (para ser precisos, unos eslizones ocelados, reptiles de patas diminutas) que, después de una travesía trasmediterránea, llegaron a lo que hoy es la costa de Alicante. Y, con toda probabilidad, de aquellos eslizones (Chalcides ocellatus) polizones descienden los que un grupo de científicos ha identificado en la Sierra del Molar, al sur de Alicante: la primera cita científica de esta especie, mayor que el eslizón ibérico, en la Península.

Lo de especie invasora le va grande a este eslizón de origen egipcio. Solo ha sido hallado en esta pequeña y reseca elevación junto al mar, entre las desembocaduras del Segura y el Vinalopó, que hasta hace 300 años era una isla y hoy aún está en parte rodeada de salinas.

Esta especie está distribuida por varias islas del Mediterráneo, el norte de África, Oriente Próximo y el Cuerno de África. Un estudio en la revista Amphibia-reptilia, firmado por 13 biólogos de Tarragona, Barcelona, València, León y Madrid, traza el posible origen de esta colonia. En el 2017, una prospección de la Asociación Herpetológica Timon detectó la presencia de este eslizón y el análisis del ADN lo emparentó con los de la zona oriental del delta del Nilo y el sur del mar Rojo.