La investigación policial por la desaparición de Gabriel Cruz en las Hortichuelas (Almería), mantenía abiertas varias hipótesis hasta el 2 de marzo. Ese día, cuando Ana Julia Quezada dice encontrar la camiseta del pequeño en un cañaveral que ya había sido rastreado y ante las contradicciones que ofrecen otras personas cercanas al niño, la acusada del crimen se convirtió en la línea principal, según reconoció ayer el jefe de la Policía Judicial de Almería en el tercer día de la vista oral.

Fue el punto de inflexión, que determinó un seguimiento más completo sobre ella. Los agentes volvieron a poner de relieve además que, según los testimonios que recabaron durante la investigación, la gente dibujaba a Ana Julia como una mujer «fría, calculadora» e incluso «materialista» con sus exparejas.

La tercera sesión del juicio contra Quezada dio paso a los testigos que participaron en el trabajo de la búsqueda del pequeño, desde los agentes de la Guardia Civil o la Policía hasta un familiar de Gabriel, que esa madrugada del 27 al 28 de febrero, ya con el niño muerto y enterrado, durmió durante unas horas en la finca de Rodalquilar donde se había cometido el crimen

HERRAMIENTAS DEL CRIMEN // Al contrario que en días pasados, en esta sesión del juicio Quezada se mostró seria pero entera y no bajó la mirada ni mostró pesar, ni siquiera cuando volvieron a ser exhibidas las herramientas con las que supuestamente enterró al pequeño Gabriel.