La tragedia del Madrid Arena sacudió la capital de España la madrugada del 1 de noviembre del 2012 cuando una avalancha en el interior de una macrofiesta de Halloween protagonizada por el DJ Steve Aoki acabó con la vida de cinco chicas, asfixiadas al quedar atrapadas bajo la muchedumbre. El horror destapó un cúmulo de irregularidades cometidas por la empresa promotora Diviertt, a cuyo frente estaba el empresario de la noche madrileña Miguel Ángel Flores, conocido como ‘MAF’, muy bien relacionado con los responsables políticos municipales, que le dejaban obrar a su antojo.

LA TORMENTA POLÍTICA

La muerte de las cinco jóvenes causó una tormenta política que marcóel inicio del declive de la alcaldesa Ana Botella, muy criticada porque a las pocas horas se hallaba en Portugal en un viaje de placer. La rueda de prensa que ofreció a su regreso, con respuestas balbuceantes e importantes lagunas, levantó una oleada de peticiones de dimisión que intentó desactivar utilizando a sus colaboradores de cortafuegos. Tres pesos pesados de su equipo acabaron dejando el cargo por su relación con la organización del evento o su estrecha amistad con Flores: el vicealcalde, Miguel Ángel Villanueva; el delegado de Economía y Empleo, Pedro Calvo; y el de Medio Ambiente, Seguridad y Movilidad, Antonio de Guindos.

VíCTIMAS INOCENTES

Katia, Cristina, Rocío, Belén y María Teresa fueron las cinco víctimas mortales. Tenían 17, 18 y 20 años. Las cinco compraron una entrada para asistir a una fiesta de Halloween; las cuatro primeras no volvieron a casa aquella noche. La quinta permaneció un mes hospitalizada, ingresada en la Fundación Jiménez Díaz, hasta que también falleció. Tres de ellas fueron atendidas por los médicos Simón y Carlos Viñals. Estos consideraron fallecidas a dos de ellas cuando aún era posible llevar a cabo maniobras de reanimación pero estas no se llevaron a cabo hasta que llegaron los facultativos del Samur.

ESCALOFRIANTES TESTIMONIOS

Los escalofriantes testimonios de los supervivientes atrapados en la avalancha conmocionaron a todos los asistentes al juicio. "No puedo más, no puedo más, dile a mi padre que le quiero", recordó Amor López que le dijo una de las fallecidas, Katia Esteban, cuando ambas estaban en el tapón humano que se formó en uno de los vomitorios. Al igual que Katia, Amor López tenía 17 años en el momento de la tragedia. No conocía de nada a la fallecida pero estaba detrás de ella y pudo escuchar sus últimas palabras. "Después dejó de hablar y de respirar", contó.

Su relato de cómo logró sobrevivir da idea del caos que se apoderó de la sala durante un tiempo que no supo precisar, pero que se le hizo “eterno”. “Mis pies no tocaban el suelo y no se como nos vimos encajados. Se que suena muy mal, pero para intentar salir con vida tuve que pisar a tres o cuatro personas. Al final, mis amigos vieron que me estaba muriendo y sacaron fuerza de no sé donde y me sacaron”, confesó.